Loris Malaguzi tenía razón. El pedagogo italiano, fundador de la Escuela Reggio Emilia en 1945, hablaba en su famoso poema sobre los cien y siempre cien leguajes que poseen niños y niñas para pensar, hablar, escuchar, cantar, entender…, lenguajes que deben ser potenciados mediante la educación inicial, asegurando a los párvulos un protagonismo tal en sus aprendizajes que los haga aprovechar al máximo todo su potencial.
¿Cómo llevamos a la práctica esta verdad tan certera y que, pese a los años transcurridos, sigue siendo actual y necesaria?
Ya lo dicen desde hace un tiempo las neurociencias: la primera infancia es una etapa crucial en la vida de todo ser humano.
Es más, sus primeros mil días conforman un período “crítico”, algo así como una “ventana de oportunidades”, que padres, madres, educadores debemos “abrir” para asegurar las conexiones neuronales que serán la base de los conocimientos que comenzarán a asentarse.
La primera infancia (del nacimiento a los 5 años) constituye el primer momento de un proceso de aprendizaje que durará toda la vida, las mismas neurociencias han descubierto últimamente que las neuronas se regeneran incluso en edades avanzadas, cuyo motor de partida es la educación inicial, la que a través de la contención y el juego ofrecerá un sinfín de experiencias, dando tiempo para absorberlas y también para aquilatarlas y fijarlas en la mente.
Las evidencias científicas y educativas confirman entonces la necesidad, no sólo en Chile sino en el mundo, de contar con servicios destinados a la educación de la infancia temprana.
Los jardines infantiles, tanto públicos como privados, responden a ello, pues es en sus aulas, en sus patios con niños, técnicas y educadoras donde de verdad comienza la formación de habilidades diversas que serán útiles en el presente de los niños y también en su futuro y en la comunidad donde ellos estén insertos.
El primer acuerdo que hizo el gobierno fue por la infancia. Más allá de la necesaria y justa protección a niños, niñas y jóvenes, se estableció que un elemento central en la agenda nacional era contar con políticas educativas tempranas destinadas a formar cimientos en el aprendizaje.
Siguiendo el tono de las recomendaciones de la OCDE, la intención ha sido potenciar la Educación Parvularia, que en la medida que sea de calidad, podrá mejorar las distintas destrezas de los niños, incluso las socio emocionales que tanto ameritan ser desplegadas para una sociedad sana.
Asegurar que todos los niños y niñas accedan a educación inicial sentará las bases para el desarrollo futuro de habilidades e impulsará la movilidad social y el crecimiento incluyente, ha dicho con razón la OCDE, sentencia que hace aún más sentido en párvulos que provienen de sectores vulnerables y que requieren de más oportunidades.
La asistencia al jardín se transforma entonces en estratégica, pues siendo en si misma fundamental, prepara el desarrollo y redunda en menos deserción escolar, menor repitencia, menor consumo de drogas y alcohol y hasta en menor delincuencia.
Habrá que reconocer también razón a James Heckman, economista estadounidense que habló de que la inversión más rentable que puede hacer un país es la que realiza en su infancia.
Los proyectos de Sala Cuna Universal y Subvención en Niveles Medios, a la luz de los aportes y experiencias de los doce países miembros de la OCDE, parecen estar bien encaminados.
La Ley de Subvención apunta a generar una mayor equidad en el aporte que el Estado entrega por cada niño que asiste a un jardín infantil financiado con recursos públicos (Integra, Junji y Vía Transferencia de Fondos), aumentando significativamente el aporte a los jardines infantiles que funcionan vía transferencia de fondos.
A su vez, busca generar condiciones que aumenten la cobertura en estos niveles, ya que mediante esta subvención se espera que las entidades que ya ofrecen el servicio educativo, amplíen su cobertura y que otras que hoy no lo disponen, puedan habilitar cupos.
Con el proyecto de Sala Cuna Universal se quiere garantizar el acceso de todo niño y niña a este nivel, cuya madre o tutor legal trabaje, en un esfuerzo conjunto entre el Estado y los empleadores.
Esta iniciativa legal permitirá que más niños en edad de asistir a sala cuna puedan hacerlo, pues el beneficio se otorgará sólo por el hecho de que la madre o tutor trabaje, sin tener que cumplir otros requisitos. Con esto no sólo se ampliará el beneficio a todos los sectores sociales, sino que se garantizará a través de una política pública universal.
Los niños son el corazón, más allá de toda creencia u opinión. No habrá que olvidar que ellos están hechos de cien y que tienen cien “ventanas de oportunidad” que se deben abrir y aprovechar.
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