"Buscad, aunque sea un solo ejemplo de que la colonización de un país se haya producido con el acuerdo de la población nativa. Los nativos siempre lucharan obstinadamente contra los colonizadores (...) ha sido necesaria desarrollar la colonización contra la voluntad de los árabes palestinos". Estas palabras pertenecen al líder sionista Vladimir Jabotisnky, quien en su ensayo "La muralla de hierro" (1923) deslizaba que el proyecto colonial debía arrasar con los palestinos, los nativos de la tierra.
En la misma línea, Leo Motzkin, dirigente del movimiento sionista, en el año 1917 sentencia: "Nuestra idea es que la colonización de Palestina debe proceder en dos direcciones: El asentamiento de judíos en la tierra de Israel (Palestina) y el reasentamiento de los árabes fuera del país", precisaba. Esta es la lógica sionista que marcará el rumbo de Israel contra el pueblo palestino hasta el día de hoy: Territorializar a los colonos israelíes, desterritorializando a los nativos palestinos.
Durante el Mandato Británico de Palestina, el sionismo logró adquirir territorio a pequeña escala. En 1929 poseía el 4% de la Palestina histórica y en 1947, el año de la partición, detentaba el 5,8%. En términos demográficos, en 1919 la población judía palestina alcanzaba el 8% y en el transcurso de los años fue aumentando tras la ola migratoria de refugiados y colonos israelíes provenientes de Europa y Rusia principalmente.
A dos años de su creación, en el año 1947, la Asamblea General de la ONU emite la resolución 181, que establece una propuesta de solución para la violencia que había desencadenado en la zona el proyecto sionista de colonización: dos Estados, uno para los palestinos, en el 43% de la Palestina histórica; y otro judío en el 56%; Jerusalén quedaría como ciudad administrada internacionalmente, siendo el 1% restante.
A la mayoría nativa se le entrega menos de la mitad de la superficie de la Palestina histórica, y a la minoría colonial, que tenía 5,8% de la tierra, un 56%. La población originaria de Palestina, como la población originaria de cualquier otro país del mundo, se negaba a dividir la tierra con una comunidad colonizadora, tal como expresa el historiador Walid Khalidi.
Al respecto, en diciembre de 1947, Ben Gurion ya planificaba el futuro Apartheid: "Hay un 40% de no judíos en las áreas asignadas al Estado judío. Esta composición no es una base sólida [...] únicamente un Estado con al menos un 80% de población judía puede ser viable y estable''. Dos preguntas: ¿Que estaba planeando con los 450.000 palestinos que vivirían dentro de la frontera del Estado judío que se crearía? ¿Cómo es posible que la comunidad internacional haya otorgado la mitad de Palestina a un movimiento ideológico que ya a comienzos del siglo XX declaraba abiertamente que quería desarabizar el país?
Un año después, Ben Gurion, en una discusión interna, señaló que "después de que nos convirtamos en una fuerza mayor, como resultado de la creación del Estado, aboliremos la partición y nos expandiremos a toda Palestina". La intención de desconocer la división en los dos Estados también fue expuesta por el dirigente sionista Menajem Beguin, el mismo año: "La partición de la patria es ilegal. Jamás será reconocida. Jerusalén fue y será para siempre nuestra capital. La firma del acuerdo de partición no es válida". El sionismo entendía que debían aceptar la resolución 181 y la división del territorio, como un estadio, un escalón en la realización de su proyecto: colonizar toda Palestina.
Con objeto de concretar lo anterior, y tal como señalan distintos historiadores judíos israelíes, como Benny Morris, Ilan Pappe, Avi Shlaim, entre otros, documentan que los palestinos no marcharon de su país voluntariamente, más bien el movimiento sionista puso en marcha el Plan Dalet (Plan D en hebreo), cuyo esfuerzo principal fue homogeneizar un país étnicamente heterogéneo, mediante la expulsión de un grupo en particular, a través de masacres y demolición de hogares. En otras palabras, limpieza étnica del territorio, expulsando a los nativos palestinos
Mediante la ejecución del Plan Dalet, los casi 3.000 habitantes palestinos del pueblo de Lifta fueron expulsados en enero de 1948, mientras que los más de 1.000 habitantes de Qumbaze lo fueron en febrero. Lo mismo pasó con Al Majdal en marzo y con más de 530 aldeas que fueron arrasadas. Para el 15 de mayo de 1948, fecha de la declaración de independencia de Israel y el inicio de la primera guerra árabe-israelí, ya miles de palestinos habían sido expulsados por los movimientos sionistas que fundarían el Estado israelí.
Como resultado, para mediados de 1948, 850 mil palestinos ya habían sido expulsados de sus hogares, y el Estado de Israel pasaría a dominar el 78% de la Palestina histórica, violando la resolución 181, según lo había planeado. Este será el comienzo del despojo y el sufrimiento, que los palestinos llaman Al Nakba, la Catástrofe, que perdura hasta el día de hoy.
Según la UNRWA, se considera una persona refugiada palestina a aquella "cuyo lugar de residencia habitual, entre junio de 1946 y mayo de 1948, era la Palestina histórica, hoy Israel, y que perdieron sus casas y medios de vida a consecuencia de la guerra". Hoy aproximadamente, existe 5 millones y medio de refugiados palestinos en el mundo, con el anhelo de volver a su tierra.
Dentro de todas las masacres cometidas y aldeas destruidas, la del 9 de abril de 1948 ha quedado en los registros como una barbaridad. Deir Yassin, una aldea palestina ubicada a pocos kilómetros de Jerusalén, fue brutalmente atacada dejando 250 muertos, niños, mujeres y hombres. Hoy dicha aldea se encuentra cubierta bajo pinos y cipreses, en un intento de Israel por ocultar la limpieza étnica que ejecutaron contra los palestinos.
Israel, tras despojar a la población nativa, ocultó las aldeas y pueblos palestinos forestando encima de ellos, junto con modificar sus nombres. Memoricidio de la Catástrofe palestina. Israel no se ha alejado de dichas prácticas: en los últimos 20 años, ha asesinado a más de 3000 niños palestinos. En promedio, 150 niños asesinados al año.
Sin embargo, Israel sigue cumpliendo el objetivo trazado inicialmente: Controlar la Palestina en su totalidad. Tras conquistar el 78% de la Palestina histórica, el 22% restante (que hoy se conforma por Gaza, Cisjordania y Jerusalén Oriental) también está siendo colonizado, ya que se encuentra bajo una feroz ocupación militar israelí, que a la vez construye colonias ilegales en territorio palestino ocupado. Esto quiere decir que la potencia ocupante de Israel, traslada población al territorio ocupado, lo cual configura un crimen de guerra, según las disposiciones de la IV Convención de Ginebra. También, la resolución 2334 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas declara ilegal dichas colonias, y llama a su desmantelamiento.
En la actualidad, Israel sigue cometiendo barbaries. En rotundos y concluyentes informes, Amnistía Internacional, Human Rights Watch, B'tselem, el Tribunal Russel, relatores especiales de la ONU, la Universidad de Harvard, entre otros, han sentenciado que en Israel y en los territorios palestinos ocupados se comenten crímenes de lesa humanidad como es el apartheid, la persecución y la tortura. También la Corte Penal Internacional abrió una investigación por Crímenes de Guerra y de Lesa Humanidad que Israel comete contra la población palestina.
La Nakba, o La Catástrofe, no fue un suceso especifico en la historia, es un proceso que sigue desarrollándose hasta el día de hoy, manifestándose a través de la demolición de viviendas, la construcción de colonias ilegales, el expolio de los nativos, la tortura a menores de edad, los muros de separación, las ejecuciones sumarias, un suma y sigue que debe frenar.
Existe esperanza, al ver como otras ocupaciones son denunciadas y sancionadas enérgicamente. Sin embargo, tal energía, ha sido selectiva. Al parecer no todas las ocupaciones son reprochables.
Al cierre de esta columna, una lamentable y triste noticia llega desde Jenin, territorio palestino ocupado ilegalmente por Israel, de acuerdo con las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU. Shireen Abu Akleh, reconocida periodista palestina, fue asesinada por las fuerzas ocupantes de Israel. La cuestión es la siguiente: ¿Por qué las fuerzas israelíes se encontraban en territorio palestino? Israel ha asesinado a más de 50 periodistas palestinos desde el año 2001, según el Sindicato de Periodistas Palestinos. Por otro lado, hay 144 periodistas heridos en tan solo 4 años.
La comunidad internacional debe poner fin a la ocupación ilegal israelí de territorio palestino, haciendo respetar las diferentes resoluciones del Consejo de Seguridad de Las Naciones Unidas. Chile tiene la opción de instalarse en la vanguardia del derecho internacional, prohibiendo la compra y venta de productos que provengan de territorio ocupado ilegalmente, como lo es el caso de Israel. Es así como realmente se podría alcanzar la paz y la convivencia pacífica.
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