Italia, mal ejemplo para el progresismo
El país que ha marcado el desarrollo de las ciencias políticas y cuyos intelectuales han tenido enorme influencia en occidente, desde Maquiavelo a Bobbio, pasando por Gramsci, muestra en los últimos años una alta rotación de gobiernos (60 en 73 años) y un debilitamiento de la centro izquierda. El artículo “El Desvanecimiento de la Izquierda en Italia” de Fernando Ayala, ex embajador de Chile en Italia, es una valiosa referencia.
Uno de los ejes del progresismo italiano ha sido el Partido Democrático (PD). Pero ha sufrido varias divisiones. En los últimos días se ha generado una nueva escisión, del ex primer ministro Renzi, con cerca de 20 diputados (de 630) y 10 senadores (de 315).
Y ello acontece justo cuando se ha constituido un nuevo gobierno (PD y el Movimiento Cinco Estrellas). El propósito fue evitar que la extrema derecha de Salvini pudiera imponerse. ¿Por qué se va Renzi? Aunque él afirme que dará apoyo al nuevo gobierno, su acción fragmenta y termina sirviendo a Salvini.
Es difícil imaginar como al dividir a los partidos se pueda lograr mejor gobernabilidad.
El camino del progresismo debe ser otro: impulsar reformas económicas, sociales y políticas, abrir los partidos a la ciudadanía, y actuar concertadamente. En todo el mundo se constata un debilitamiento de los partidos, por el desarrollo de las nuevas tecnologías y la educación, que otorgan creciente autonomía a los ciudadanos.
La experiencia italiana nos advierte de los riesgos de inestabilidad. Gobernar bien requiere de partidos y coaliciones fuertes. Y también de un entendimiento nacional de las principales formaciones políticas de respetar las reglas democráticas y evitar la polarización.
Ojalá las fuerzas progresistas italianas logren unirse y vuelvan a iluminar un camino democrático.
Y ojalá en Chile el progresismo consiga afianzar su coordinación y levantar programas comunes para conseguir crecimiento con mayor igualdad y cuidado de la naturaleza. Así se favorece el progreso de Chile.
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