La guerra de Netanyahu en Gaza, retroceso catastrófico para la paz y la reconstrucción

La decisión del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, de reanudar las operaciones militares en Gaza, poniendo fin abruptamente a un frágil alto el fuego, representa una escalada profundamente preocupante con consecuencias de gran alcance, resultando en uno de los días más mortíferos en Gaza desde octubre 2023, exacerbando la crisis humanitaria y socavando los esfuerzos internacionales de reconstrucción y paz duradera.

En una noche, cien aviones de guerra israelíes bombardearon a familias apiñadas en refugios improvisados. Sin ambulancias, sin hospitales y sin posibilidad de huir, los heridos fueron abandonados a su suerte. En una masacre inhumana y catastrófica, asesinaron a más de 400 palestinos, incluidos numerosos mujeres y niños.

"Esto es sólo el comienzo", dijo Netanyahu, anunciando una campaña prolongada a pesar de la creciente condena internacional por romper el acuerdo de cese al fuego y continuar con el genocidio del Puelo Palestino. El momento plantea importantes preocupaciones sobre sus motivos, especialmente a medida que aumenta la presión nacional e internacional sobre su administración.

La segunda fase del acuerdo de alto el fuego debía comenzar a principios de febrero exigiendo la liberación de los rehenes vivos restantes a cambio de más prisioneros palestinos, la retirada total de Israel de Gaza y un alto el fuego duradero. Sin embargo, al atacar Gaza, el gobierno israelí rompió unilateralmente el acuerdo de toma del fuego.

La reanudación de las hostilidades se produce en un momento crítico, ya que la Iniciativa Egipcia para la Reconstrucción de Gaza, respaldada por el mundo árabe e islámico, acababa de aprobar un plan de reconstrucción de 53 mil millones de dólares para Gaza. Las últimas acciones militares amenazan con descarrilar por completo estos esfuerzos. La iniciativa buscaba contrarrestar propuestas alternativas que podrían haber provocado un mayor desplazamiento de palestinos. La ofensiva de Netanyahu pone ahora en peligro el proyecto.

La decisión de Netanyahu ocurre en un momento en que los palestinos comenzaban a regresar al norte de Gaza tras ceses del fuego temporales, con la esperanza de reconstruir sus vidas destrozadas. Sin embargo, ahora se enfrentan a un desastre humanitario sin precedentes. La destrucción de infraestructura vital ha provocado una grave crisis de ayuda humanitaria, ya que las organizaciones no pueden llegar a los más vulnerables debido a los incesantes bombardeos israelíes.

Naciones Unidas advirtió sobre una creciente hambruna en Gaza, con reportes de que miles de personas, incluidos niños, sufren desnutrición severa. El hambre se ha convertido en una lucha diaria, a medida que disminuyen los suministros de alimentos y el bloqueo israelí sigue impidiendo que la ayuda esencial llegue a quienes la necesitan. La situación se agravaba por los apagones, que dejan a oscuras a los hospitales y dejan inoperativos los equipos médicos esenciales. Sin electricidad, los centros médicos no pueden realizar cirugías y las plantas de desalinización de agua permanecen inoperativas, lo que agrava la ya grave escasez de agua potable.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) denunció que el suministro de agua en Gaza es críticamente bajo y los civiles son obligados a recurrir al consumo de agua contaminada, lo que provoca un aumento repentino de los brotes de enfermedades.

A pesar de estas terribles condiciones, Netanyahu optó por intensificar la guerra en lugar de permitir la Ayuda Humanitaria. Su implacable toma de decisiones ante tal sufrimiento refleja un alarmante desprecio por las vidas palestinas, así como un flagrante desafío al Derecho Internacional Humanitario. ¿Cómo puede justificar tales atrocidades cuando los civiles, muchos de los cuales ya han sido desplazados en múltiples ocasiones, se ven abandonados a su suerte en las ruinas de sus hogares?

Se esperaba que la próxima cumbre de paz en las Naciones Unidas, liderada por Arabia Saudita y Francia en junio, sentara las bases para una resolución diplomática de la solución de dos Estados y la crisis actual. No obstante, los últimos ataques israelíes ensombrecieron estas conversaciones y muchas naciones cuestionan ahora el compromiso de Netanyahu con cualquier forma de resolución pacífica.

La comunidad internacional tiene la responsabilidad moral y política de intervenir antes de que la situación se convierta en un caos aún mayor y debe actuar con decisión para contrarrestar esta última ola de agresión. Las consecuencias de la inacción son nefastas, no solo para Gaza, sino para toda la región. Se debe priorizar la ayuda humanitaria inmediata para ayudar a la población de Gaza a la vez de realizar investigaciones independientes sobre posibles crímenes de guerra para garantizar la rendición de cuentas.

La temeraria búsqueda de la guerra y política de destrucción por parte de Netanyahu debe enfrentarse a una resistencia inquebrantable y un renovado impulso por la paz.

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