La indignación paraguaya

Durante 2020, Paraguay fue el líder en Sudamérica en lograr mantener controlada la expansión del coronavirus, a pesar de ser uno de los países de la región con un Estado que se ha caracterizado como de los más frágiles. Debido a su condición mediterránea, con poco tráfico aéreo, se benefició al inicio de una baja cantidad de contagios, ayudada por una rápida implementación de medidas sanitarias, controles fronterizos y cooperación ciudadana.

Por ello, se mantuvo bastante tranquilo el ambiente político, en medio de un subcontinente que rebosaba de las precariedades que exponía la pandemia. Sin embargo, un año después del inicio de las infecciones respiratorias, la nación guaraní se halla con un sistema de salud al borde del colapso por el Covid-19 y un gobierno débil de Mario Abdo Benítez, amenazado en su estabilidad por una semana de manifestaciones sociales que reclaman en contra de la corrupción y los privilegios de las élites.

Las protestas comenzaron el pasado viernes 5 de enero, con los trabajadores de la salud saliendo a las calles, debido a la falta de recursos con que se cuenta en los distintos hospitales del país. A esto se sumaron los profesores, quienes debieron regresar a clases sin ninguna previsión de parte del Ministerio de Educación local, con recintos educativos que no estaban preparados para recibirlos sin exponerse al virus. Los sangrientos enfrentamientos con la policía, que han respondido con balas de goma, gases lacrimógenos y cañones de agua, trajeron más irritación ciudadana.

A su vez, se ha debido lidiar con las faltas a la probidad mediante adquisiciones irregulares, siendo el caso más sonado el de la compra de "tapabocas de oro", donde se pagó hasta a 300% por encima de su precio de mercado.

Lo anterior tiene un correlato con que la pandemia en Paraguay, de un momento a otro, tuvo un fuerte aumento de casos -teniendo actualmente una de las peores tasas en Latinoamérica-, con un número de nuevos contagios diarios que se han duplicado en menos de un mes, hasta alcanzar el nivel más alto registrado a la fecha.

La senadora del opositor Frente Guasú y experta en salud pública, Esperanza Martínez, ha criticado la gestión del gobierno sobre las vacunas, señalando que "No tenemos nada. El único país en la región que no negoció algo paralelo al sistema Covax [de adquisición de vacunas a través de la Organización Mundial de la Salud] es Paraguay". Esto a pesar de que el Senado paraguayo concedió el año pasado la venia para que el gobierno se endeudará por 1.600 millones de dólares para enfrentar la crisis sanitaria.

En ese sentido, el país solo ha recibido hasta el momento 4 mil dosis de la vacuna rusa Sputnik V y 20 mil de la china Coronavac, estas últimas donadas por Chile, en uno de los pocos gestos valorables realizados por la administración de Sebastián Piñera en materia internacional.

Con miles de personas llenando Asunción durante la última semana, el gobierno reaccionó el sábado pasado con la petición del Presidente de la renuncia de todos sus ministros, con un discurso donde dijo a los manifestantes que comprendía su frustración. Con ello, se selló la salida del ministro de Salud, Julio Mazzoleni, y a otros tres miembros de su gabinete durante el fin de semana, pero esto no aplacó las manifestaciones.

De todos modos, la consigna popular de "¡Elecciones ya!", exigiendo la renuncia del Presidente, empieza a tener eco en los pasillos del Congreso paraguayo. Los líderes de la oposición han alentado las manifestaciones contra Abdo, un líder conservador al que le quedan dos años de mandato. No obstante, ese proceso de impeachment sólo puede darse con los votos del propio partido de gobierno, por lo que se ve improbable que avance y se lleve a cabo.

En conclusión, nuevamente vemos una situación en el barrio en que el pueblo se levanta ante hechos que podrían considerar regularmente como desagradables de su vida, pero que en este contexto se han vuelto sencillamente intolerables. La frustración ante la indolencia de las autoridades por las muertes de coronavirus parece que se multiplica, al igual que la rabia ante una estructura social generalizada donde los poderosos gozan de prerrogativas que los demás no.

En Paraguay, la base de la crisis actual incluye la corrupción, la pobreza y un débil sistema de salud. En consecuencia, un pacto social y político que garantice la financiación y fortalecimiento de derechos sociales bajo un enfoque público, gratuito y universal, es una condición sine qua non para la izquierda paraguaya.

Finalmente, no podemos obviar las fallas del programa Covax para repartir solidariamente la vacuna a los países menos desarrollados. Paraguay confío en la OMS/OPS y no ha ocurrido nada. He allí la necesidad de que la vacuna se declare como un bien público global y no sea una herramienta para maximizar ganancias de las farmacéuticas. Debe haber una obligación de los fabricantes, laboratorios y productores de vacunas de vender sus productos al Sur Global a precio de coste, permitiendo la concesión de licencias a baja valía.

Desde Facebook:

Guía de uso: Este es un espacio de libertad y por ello te pedimos aprovecharlo, para que tu opinión forme parte del debate público que día a día se da en la red. Esperamos que tus comentarios se den en un ánimo de sana convivencia y respeto, y nos reservamos el derecho de eliminar el contenido que consideremos no apropiado