En los últimos días se ha debatido mucho (quizás demasiado) sobre las elecciones legislativas alemanas y el cuarto período de Angela Merkel a la cabeza de la política alemana (y europea). Entre otros temas, se ha dicho que ha sido el triunfo del “europeísmo” y se ha alabado la valentía de Merkel para enfrentar el tema de la migración.
Sin embargo, cabe poner paños fríos y analizar la real situación de los refugiados en la Unión Europea (UE). Según datos de la Comisión Europea, la UE debió haber reasentado y reubicado a 182.504 refugiados al 26 de septiembre del presente año. Parecía ser un bonito compromiso, aunque las cifras son mínimas si se comparan con la cantidad de refugiados acogidos por Turquía, Líbano, Jordania y otros países de Medio Oriente, que superan los 4.000.000, pero todo terminó mal, ya que la UE falló y no cumplió su promesa. Claro, pues apenas reasentó y reubicó al 25,49% del total comprometido. En una sola palabra, vergonzoso.
Cabe decir, en honor a la justicia, que hubo Estados que sí respondieron. Por ejemplo, en el ítem de la reubicación (desde Grecia e Italia) Malta acogió al 113% de lo pactado, mientras que Finlandia (94%) e Irlanda (92%) estuvieron muy cerca de la meta fijada. La Alemania de la alabada Angela Merkel obtuvo un discreto 28%, mientras que Francia y España alcanzaron indignos 22% y 14%, respectivamente. Peor aún, hubo otros miembros de la UE que tuvieron menos de 10% y países que se negaron a recibir refugiados.
Si vemos el tema de los reasentamientos (desde fuera de la UE), los números mejoran bastante, diez países llegaron al 100%, dentro de los cuales está Alemania, y otros cinco mostraron cifras superiores al 80%, dentro de los cuales está Francia, pero esto no borra la triste realidad. Y es que ese 25,49% de cumplimiento no se puedo soslayar, ni esconder o tapar. La crisis humanitaria está viva y lo acontecido con los reasentamientos y reubicaciones confirma, una vez más, que la política exterior de la UE en el tema de las migraciones ha fracasado.
Los motivos son diversos: existencia de criterios de selección poco atinados, falta de cohesión política al interior de la UE, carencia de mecanismos punitivos para los Estados miembros que no cumplen o se niegan a asumir los acuerdos comunes, voluntad política y más empatía y solidaridad, entre otros y es momento que el bloque de integración europeo analice la situación y reflexione sobre lo acontecido.
Las crisis humanitarias siguen muy presentes en Irak, Siria, Afganistán, Libia, Sudán del Sur, Eritrea, Yemen y Palestina (por dar algunos ejemplos) y las medidas (léase, las políticas establecidas) tomadas por la UE han estado lejos de ser soluciones para estos conflictos, en lo cuales, vale recordar, el bloque europeo ha tenido mucha responsabilidad.
Es cosa de ver lo que está ocurriendo en Libia, donde queda la impresión que la intervención francesa está empeorando la situación, y en Siria, donde Turquía, Irán y Rusia, aparentemente, han dejado a la UE en un segundo plano de influencia. Además, la fórmula de pagar a terceros para que éstos se hagan cargo del problema es una demostración de la pérdida de humanidad de países que olvidan su historia reciente, en la cual millones de sus habitantes, todos ellos refugiados o inmigrantes, fueron acogidos por países del “Tercer Mundo”.
Mientras, el fenómeno migratorio seguirá dejando muertos, heridos, violados y, en definitiva, una estela de abusos y sufrimiento. Solo por dar una cifra, al 25 de septiembre se registraban 4.147 inmigrantes muertos en el mundo, de los cuales el 64% corresponde a la famosa (y triste) ruta del Mediterráneo. Como se puede ver, el problema está en las mismas puertas de Europa, pero esta última aún no reacciona y sigue repitiendo, año tras año, fracasos en sus políticas.
Pero eso no importa, pues acaba de ganar Angela Merkel y eso augura buenos tiempos para la Unión Europea y el “europeísmo”. Si en medio de eso siguen muriendo personas, eso da lo mismo.
Solo son iraquíes, sirios, senegaleses, afganos o eritreos. Y ellos no cuentan.
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