Se consolida en España el fin del bipartidismo para dar paso a un Gobierno de bloques o de coalición.
El Partido Socialista Obrero Español, liderado por Pedro Sánchez, gana las elecciones generales aunque al no obtener la mayoría absoluta deberá contar con el apoyo de la coalición Unidas Podemos y de partidos nacionalistas para seguir gobernando.
Incluso, los socialistas podrían lograr mayoría absoluta solo con los votos Ciudadanos, de centro derecha. No obstante, en la áspera campaña electoral, el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, reiteró su negativa a formar alianza con los socialistas al acusarles de tener un pacto secreto con independentistas catalanes y con extremistas vascos. Una afirmación rechazada reiteradamente por Pedro Sánchez, presidente de Gobierno.
Estos han sido los comicios más inciertos que se han vivido en España desde la reinstauración de la democracia, hace 40 años.
Si bien las encuestas anticipaban un triunfo del partido liderado por Pedro Sánchez, la duda era conocer si la derecha - Partido Popular y Ciudadanos - podría llegar a formar Gobierno con la ayuda de VOX, partido de ultraderecha que por primera vez participaba en unos comicios generales.
La mirada estaba puesta en el 40 por ciento de los votantes que no acababan de decantarse por alguno de los partidos en liza.
La participación del 74 por ciento de los ciudadanos con derecho a voto, un índice muy alto comparado a otras convocatorias, ha permitido la recuperación notable del Partido Socialista, el repunte de Podemos, de Pablo Iglesias, el avance de Ciudadanos y el derrumbe del Partido Popular, que pone por las cuerdas al líder Pablo Casado.
VOX, aunque con menos escaños de los esperados, ha sido la sorpresa de estas elecciones.
Agazapada en las sombras, oculta en el subconsciente de generaciones que nacieron, crecieron y se alimentaron durante la dictadura franquista, la idea de una España Grande y Libre es ahora desempolvada por los cachorros de aquellos que dieron el golpe de Estado en 1936 y que ganaron la guerra civil en 1939. Regresan con los mismos himnos, banderas y sus mensajes, aunque actualizados, recuerdan los orígenes.
Los discursos de los dirigentes de VOX no muestran predisposición al diálogo sino imposición y lucha sin cuartel contra aquello que consideran “inaceptable” en la España actual. Por ejemplo, gobiernos autonómicos, aborto, feminismo, inmigración, igualdad de géneros o matrimonios del mismo sexo.
VOX está liderado por Santiago Abascal, de origen vasco, quién militó durante varios años en el Partido Popular. Es sociólogo, discjokey en sus ratos libres, amante de las corridas de toros y de todas “las tradiciones españolas”. Define a su partido como nacionalista, basado en la identidad cultural, lingüística, religiosa y se declara enemigo de independentistas o separatistas.
Con los resultados obtenidos ha logrado lo que buscaba: entrar en debate y, de paso, ganar terreno a los partidos conservadores.
VOX sigue la estela de los partidos o grupos ultras que han surgido en los últimos años en Europa y que tienen como referente las políticas nacionalistas, proteccionistas, excluyentes o racistas de Donald Trump y de la primera ministra británica y promotora del Brexit, Theresa May.
La ultraderecha española utiliza las mismas estrategias de los partidos de su condición de Europa. Apelar a los sentimientos de los ciudadanos, mostrar solidaridad con los afectados por la reciente crisis económica y culpar a los inmigrantes de la inseguridad, del terrorismo y de aprovecharse de los servicios públicos en perjuicio de los nacionales.
La impronta del independentismo catalán, procés que se alarga en el tiempo y que produce cada vez más cansancio, ha jugado un rol importante para que VOX saliera de la trastienda y adquiriera la notoriedad de la que hoy goza.
El politólogo estadounidense Francis Fukuyama considera que el separatismo catalán ha provocado un nuevo nacionalismo de derechas que no existía o que estaba cuidadosamente frenado. En su opinión, VOX representa la historia trágica de España y no se debería permitir que se transforme en una amenaza para la democracia.
Precisamente, Cataluña y el laberinto en la que la han metido los independentistas es uno de los asuntos prioritarios para el Gobierno que presidirá Pedro Sánchez. También son de urgente tratamiento el futuro de las pensiones, el desempleo, las políticas sociales y el reforzamiento de los servicios públicos.
El líder socialista ha sorprendido a los politólogos que hace un año lo ponían entre las cuerdas por enfrentarse a la vieja guardia de su partido y desafiar a Mariano Rajoy, acosado por la corrupción de su partido, con una moción de censura que finalmente prosperó.
Estas elecciones generales son un triunfo político que merece un seguimiento y un análisis a un líder que se impuso con tenacidad a propios y extraños. De los resultados de su gestión dependerá si su lucha ha valido la pena.
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