Tapar el sol con un dedo o una dictadura con acusaciones infundadas suele ser un lugar común para regímenes imperantes donde el poder se personaliza como es el caso del Presidente de Venezuela, Nicolás Maduro.
La retórica de quien fuera la mano derecha de Hugo Chávez e intentara seguir el liderazgo del otrora “Comandante” ha resonado fuerte en los últimos años acusando al resto de los países de la Región de ser el responsable de protagonizar una crisis que ya no puede obviar la comunidad internacional.
La situación actual a la que han llevado los inquilinos de Palacio Miraflores a la que fue una pujante Caracas es insostenible y ha copado la preocupación del resto de los países.
Y claro, la Asamblea General de la ONU que ahora se desarrolla y donde hay coincidencia en emplazar al gobernante de ese país a restablecer la democracia a través de elecciones libres y justas.
Además, por cierto, de liberar a todos los presos políticos de forma inmediata e incondicional y poner fin a la represión y privación económica del pueblo venezolano. Pueblo que ha debido desplazarse a países vecinos como el nuestro, provocando un escenario complejo para el resto de la región que debe absorber esa migración.
Otra de las instancias que no pudo pasar por alto esta situación fue la Asamblea Parlamentaria Euro Latinoamericana Eurolat, donde se presentaron informes por parte de representantes de la Organización Internacional para las Migraciones y del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados que recogen una situación más que preocupante, ya que entre 2017 y 2018, la población venezolana en el exterior suma la cantidad de 2.328.949 ciudadanos, advirtiendo el aumento de la vulnerabilidad de los venezolanos que se están movilizando, incluyendo niños no acompañados, población indígena y adultos mayores.
Pero Maduro no da cuenta de aquello y sus esfuerzos no están en mejorar la situación de su gente al parecer, sino en buscar y castigar a los responsables del presunto atentado que sufrió hace meses. En esa campaña lo vemos exigiendo una investigación independiente a las mismas instancias internacionales de las cuales ha renegado.
Sabemos que esta puede ser una vez más una estrategia que desvíe la atención de lo que ocurre en su propio territorio donde no existe el Estado de Derecho, respeto por los derechos individuales y menos por el debido proceso. No es nueva esta forma de gobernar buscando “enemigos” en países que han fustigado acciones de lo que a todas luces es una dictadura.
No obstante, esta maniobra pudiera causar un beneficioso efecto boomerang obligando al régimen a aceptar los mecanismos de resolución de controversia, ese mismo multilaterismo que el propio Maduro ha denostado e invalidado.
No sólo eso, su gobierno tendrá que responder ante la Corte Penal internacional de prosperar la petición hecha por cinco países, entre ellos Chile, para que se investiguen presuntos crímenes de lesa humanidad cometidos por su régimen.
Y esto no es parte de campaña en su contra como ha asegurado el ex canciller de Chávez, es contribuir solidariamente y atender las necesidades de miles de venezolanos que cruzan una situación límite y extremadamente grave, de la que ningún organismo ni país de la región debe desentenderse y somos responsables.
Por ello insistiremos siempre en una salida pacífica y democrática a la grave crisis que vive el pueblo venezolano, una alternativa que deben construir los propios ciudadanos de ese país, porque nuestro respeto por las instituciones y el Estado de Derecho no nos permite avalar ninguna solución que se contradiga con aquello.
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