A un año de la invasión criminal de Vladimir Putin a Ucrania, pareciera que no solo no se ve una salida política a la catástrofe humanitaria que está viviendo dicho país y un fortalecimiento de las posiciones más extremas, sino que se ha evidenciado un nivel de hipocresía mundial que solo beneficia a los grandes poderes involucrados en el conflicto.
De ahí que el nivel de propaganda pro-Rusia y pro-OTAN que se está difundiendo en medios tradicionales y alternativos de lado a lado llega a ser grotesco, terminando por reforzar imaginarios caricaturescos, que hay que desmontar si queremos que esta guerra termine pronto y no siga escalando, llevando incluso a la amenaza nuclear.
Lo menciono, ya que se ven dos discursos paralelos que se han instalado muy fuertemente en distintos medios, sobre todo en América Latina y el Caribe, donde se nos muestran dos potencias como si fueran los encargados de liberar al pueblo ucraniano, y no como parte de una imperialidad del poder,donde las elites y oligarquías de países como Estados Unidos, Rusia y China, se están disputando el sistema mundo finalmente.
Por un lado, están quienes ven a la OTAN como los encargados de apoyar militarmente a Ucrania, a través de la entrega de armas para derrotar a Rusia, como ha pasado con distintos países que forman parte de esta organización, controlada por Estados Unidos por supuesto, dedicándose a entregar propaganda bélica e instalar un discurso supuestamente pro ucraniano en los grandes medios occidentales.
En otras palabras, el actuar imperial de la OTAN no solo polariza más el conflicto y lo vuelve interminable, para el pesar del pueblo ucraniano, sino que obliga también a los Estados miembros a aumentar su gasto en defensa, siendo las empresas de armas, provenientes principalmente de Estados Unidos, las más beneficiadas con toda esta tragedia humanitaria.
Por otro lado, está quienes apoyan el discurso de Vladimir Putin, el cual plantea que no existe invasión de Rusia a Ucrania como tal, ya que sería una reacción a una agresión de la OTAN, al expandirse cada vez hacia Rusia, y de grupos supremacistas blancos y rusofóbicos ucranianos, como es el caso del Batallón Azov, que desde el año 2014 tiene aterrorizada a la población del Donbás.
Si bien lo de la expansión de la OTAN es cierto, siendo una provocación para Rusia, y lo de grupos neonazis también, se olvidan de que fue Rusia quien en su afán expansionista y colonial no tuvo asco en anexar ilegalmente Crimea ese mismo año 2014, y tener grupos paramilitares en Ucrania, como es el grupo Wagner, quienes también han aterrorizado a poblaciones no solo en Ucrania, sino también en Siria para apoyar al dictador de Bashar al-Ásad.
Asimismo, aunque cueste creerlo y parezca una locura, existen importantes sectores políticos e intelectuales de la izquierda latinoamericana que repiten la propaganda de Putin, como es el caso del sociólogo argentino Atilio Borón, que como bien dice la periodista rusa Inna Afinogenova, solo se entiende desde un discurso antiimperialista limitado, centrado en Estados Unidos únicamente, incapaz de ver las atrocidades de líderes que tienen una ideología incluso ultraconservadora y anti derechos.
Quizás a esta izquierda latinoamericana totalmente perdida ideológicamente, habría que contarle la mutua admiración entre Donald Trump y Vladimir Putin, al compartir un nacionalismo extremo, acompañado de un discurso explícitamente neoliberal, homofóbico y de desprecio contra las mujeres. Totalmente alejado de una mirada revolucionaria, sino por el contario reaccionaria, donde incluso Putin ha reivindicado a la Rusia zarista.
Una reivindicación a la Rusia zarista, que quienes desde la región defienden a Putin no entienden en lo absoluto, no viendo que para Ucrania el imperio histórico no es Estados Unidos, como ha pasado en América Latina y el Caribe, sino Rusia, ya que siempre los han negado como pueblo, como bien ha señalado la politóloga ucraniana Hanna Perekhoda, quien plantea cómo Putin usa la misma retórica zarista y acción política a través de la idea de la gran Rusia.
Por si fuera poco a todo lo señalado anteriormente, hay que mencionar el lamentable rol que está jugando actualmente el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, quien más que la paz para su pueblo, lo que le interesa es mostrarse como un triunfador y un héroe de guerra, reproduciendo así un modelo patriarcal de hombre fuerte, guerrero y ganador, que solo va traer más violencia, muerte y la destrucción completa de Ucrania.
Dicho todo esto, la necesidad de negociar un acuerdo se vuelve de vida o muerte para el futuro del pueblo ucraniano y también del planeta, en vez de seguir en una guerra sin fin y totalmente hipócrita de parte de ambos imperialismos, en donde la censura occidental a medios rusos y la censura rusa a medios opositores, solo está empeorando toda la tragedia, ya que fortalece los discursos de negación del otro.
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