Rabia, hartazgo e indiferencia

                                                                                                                                 

España  observa como la clase política escribe una de sus peores  páginas desde que se recuperó la democracia tras cuatro décadas de dictadura franquista.

Los resultados de las  elecciones generales del pasado abril  abrieron la puerta a un posible Gobierno de izquierda, formado por el Partido Socialista y por la coalición Unidas Podemos.

Aunque ambas fuerzas no lograban mayoría absoluta, con el apoyo de otros partidos o grupos minoritarios existía la posibilidad de alcanzar un gobierno estable, tan necesario desde que fue defenestrado el Partido Popular  de Mariano Rajoy tras la moción de censura presentada por los socialistas, liderados por Pedro Sánchez.

Lo que se vaticinaba como una tarea compleja pero factible de ser alcanzada terminó el 25 de julio pasado en un  fiasco político que ha generado rabia, hartazgo y, lo peor en  democracia, indiferencia en muchos ciudadanos que ya no dan muestras de interés en  escuchar los rifirrafes de los honorables parlamentarios en el Congreso.

Las críticas del fracaso se las reparten sin contemplación tanto el  Presidente de Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, como el  máximo representante de Unidas Podemos, Pablo Iglesias.

La rivalidad entre los dos líderes, la desconfianza manifiesta entre ambos, ha sido escenificada ante millones de españoles sin disimulo. Por ambición, por egocentrismo, se han disputado el rol de protagonista y se han olvidado lo que el público espera de ellos: un guión  a modo de propuestas  que les ilusionen y, si es preciso, les cambien sus vidas.

El futuro de las pensiones, reducir  el desempleo, mejorar o salvar de la privatización  la salud y otros servicios públicos, acabar con los empleos precarios, mayor inversión en educación e investigación son asuntos prioritarios para la mayoría de los españoles que se han visto frustrados por esta batalla sin  fin.

Tres meses a la espera de un acuerdo para alcanzar un gobierno agota .Y si  en septiembre  Pedro Sánchez fracasa nuevamente en la búsqueda de un  apoyo mínimo para su investidura se abrirá la puerta de una nueva convocatoria de elecciones para noviembre. Entonces, vaticinan, será demasiado tarde para que la izquierda sueñe con volver a gobernar otros cuatro años.

La derecha, el Partido Popular y Ciudadanos, miran y toman nota ante una nueva convocatoria.

Se ha dicho y comentado por activa y por pasiva que la oferta de los socialistas a Unidas Podemos para una coalición de gobierno es  causante del fallido intento de acuerdo. Las filtraciones procedentes de las dos fuerzas  o las inoportunas opiniones de algunos políticos contribuyeron a envenenar aún más las conversaciones.

Titulares que aseguraban que Pablo Iglesias solicitaba la vicepresidencia de gobierno y cinco ministerios claves y la negativa de Sánchez de aceptar esa petición  encendieron las alertas de la dura batalla que se libraba a puerta cerrada. Y aunque hubo aclaraciones y desmentidos al respecto, la verdad se impuso.

Los socialistas hicieron contra ofertas de cargos que fueron consideradas por Unidas Podemos insuficientes por  “carecer de competencias” y peso político.

La estocada que acabó, por ahora, con las esperanzas de un gobierno de izquierdas en España la  dio el líder socialista Pedro Sánchez: vetar de cualquier cargo en su gobierno a Pablo Iglesias. La  decisión  fue recibida como un insulto, un desprecio, y  una clara muestra de ninguneo al líder de Podemos.

¿Cómo salvar los muebles en esta batalla de egos e intereses cruzados?

Desde Unidas Podemos, que siendo la cuarta fuerza política actúa sobrevaluada en este debate político por la importancia de sus escaños en el Congreso para Pedro Sánchez, han surgido las voces de la cordura.

Alberto Garzón, máximo responsable de Izquierda Unida, comunista, ha declarado que no es indispensable que Unidas Podemos entre en un gobierno socialista. Lo importante es fijar objetivos programáticos  y luego apoyarlos para llevarlos a cabo.

En la misma línea se apuntan representantes de partidos nacionalistas o independentistas que creen que lo que importa es cerrar el paso a la derecha, más ahora con la aparición en escena de la ultraderecha Vox, que con  sus votos hace posible que hoy en varias comunidades autónomas gobierne el Partido Popular y Ciudadanos. Caso de Andalucía, comunidad que estuvo en manos socialistas durante 38 años.

Transcurridos unos días del fracaso de un  acuerdo de un gobierno de izquierda y aquietadas las aguas después declaraciones que rozaron las descalificaciones, prevalece en sectores de izquierda la idea de continuar las conversaciones y evitar nuevas elecciones.

Hay que impedir un suicidio político que España no lo merece, apuntan.

Pedro Sánchez tiene en sus manos un reto que los ciudadanos esperan que solvente con altura de miras. Se juega su futuro político. Su arma se resume en una palabra, Diálogo.

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