El Derecho Internacional goza de una especial fragilidad, toda vez que las garantías que propugna suelen afectarse por el vaivén de las correlaciones de fuerza entre los Estados. Lo mismo vale para sus instituciones.
Ya hemos visto en América como los Estados Unidos han llevado a niveles del más puro patetismo a otrora instituciones de prestigio, como la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Comisión Interamericana de Derecho Humanos (CIDH), mediante una ofensiva coordinada con el militante expulsado del Frente Amplio uruguayo, Luis Almagro.
La semana recién pasada, la ofensiva norteamericana rebasó los límites continentales, y cobró una nueva víctima, el Consejo de Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas (ONU), con un "informe" que pone en serio entredicho, la capacidad técnica y la idoneidad ética de la instancia.
443 páginas de paparruchas, o fake news, para los angloparlantes, sobre presuntas violaciones a los DDHH y crímenes de lesa humanidad, imputando directamente a altas autoridades del gobierno bolivariano.
Al respecto, nos permitimos puntualizar algunas cosas.
Primero, el informe es obra de una "misión independiente", cuyo sentido práctico es bastante cuestionable. El año recién pasado la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) ya realizó un informe cuyas conclusiones, más allá de que podamos compartirlas o no, distan bastante de las del actual.
¿Por qué el Consejo de Derechos Humanos pide un nuevo informe?
¿Por qué esta vez a un organismo independiente?
¿Será que prefirieron legar a una instancia externa las acusaciones falsas?
¿Será que el ACNUDH y la Presidenta Bachelet tuvieron un mínimo de pudor y prefirieron restarse de tan bochornosa instancia?
Son dudas que cobran sentido, sobre todo cuando es de público conocimiento el espaldarazo que dio Francisco Cox, abogado de la "misión", al Presidente Piñera en diciembre pasado: "No creo que tenga responsabilidad penal internacional", dijo, mientras le volaba los ojos a su pueblo ¡Hay que tener personalidad!
Segundo, esta misión independiente jamás puso un solo pie en Venezuela. Rápidamente los zalameros de Trump, se apresuraron sin fundamento alguno a hablar del rechazo del gobierno del Presidente Maduro a los organismos de Derechos Humanos de la ONU.
La verdad es que el ACNUDH cuenta con oficinas en Caracas y tiene comunicación permanente con el Gobierno. Si la “misión” quería comunicarse con el ejecutivo, esa era la vía regular, pero no la utilizaron.
Llegamos así a la tercera observación, que lleva el informe de dudoso a ridículo. Resulta ser que no solo el Consejo de Derechos Humanos tercerizó el informe, para eludir al ACNUDH, sino que los mismos abogados a cargo de la misión ¡tercerizaron la investigación! Delegando esa responsabilidad en doce contratistas panameños.
Resumamos hasta acá. El supuesto informe del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, no es ni del Consejo ni del ACNUDH, sino de una "misión independiente", por no decir que es de tres abogados particulares que, a su vez, contrataron a doce investigadores panameños para que hagan su trabajo.
Junto con ello, ni la "misión" ni los doce subcontratados, pisaron Venezuela, por lo que no verificaron in loco (en el lugar de los hechos), ni trataron con las autoridades implicadas, ninguna de las acusaciones que arrojan. O sea, la "misión" hizo un informe por Zoom en el que para agregar extravagancia ¡incluye información de gente que no está en Venezuela!
Estamos ante un informe que si de oficial tiene poco, de riguroso tiene nada. Y sin embargo, podemos constatar, jamás con temor pero si con preocupación, que ha logrado efectos políticos.
El primero de ellos, es que la Unión Europea se restó como veedora para las elecciones parlamentarias venezolanas, en un esfuerzo internacional por desacreditar el proceso.
El segundo, es que, por falso que sea, busca sentar un precedente para que el Presidente Maduro sea acusado ante la Corte Penal Internacional, por delitos de lesa humanidad. Es lo que Mike Pompeo fue a negociar, tras la publicación del informe, con Duque a Colombia y con Bolsonaro a Brasil.
¡Jamás los Estados Unidos han levantado la bandera de los Derechos Humanos sino es para justificar una invasión militar y genocida!
Así lo hicieron en Medio Oriente, con Irak y con Libia, así lo pretenden en Venezuela.
Hoy más que nunca, nuestro compromiso internacionalista se fortalece y afianza antes esta ofensiva de Estados Unidos comandada por Elliott Abrams.
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