Sin palabras. Así ha quedado el mundo entero al ver en vivo y en directo el resultado de una carnicería que lleva cobrando la vida de 80 personas, entre ellas niños, que celebraban y disfrutaban un momento de tranquilidad en una ciudad de Francia. Lo que sabemos es poco. Apenas terminaron los fuegos artificiales en Niza un hombre manejando un camión aceleró sobre cientos de personas, al parecer disparando, por un periodo de tiempo indeterminado pero logrando abarcar casi 2 kilómetros.
Los servicios de seguridad franceses fueron tomados por sorpresa a pesar que distintas versiones afirman que el camión tenía también armas e incluso granadas lo que en Francia no es de fácil acceso. La escena posterior es de horror y dolor pero cada día más cotidiana.
Aún es mucho lo que no se sabe sobre este ataque. Si es un “lobo solidario” o una “célula” será posiblemente un tema de investigación en las próximas horas. Si está vinculado con el Estado Islámico directa o indirectamente es otra de las interrogantes presentes en todos los análisis. Lo anterior tiene directa repercusión sobre políticas internacionales, elecciones y sobretodo respuestas en la relación con el medio oriente. Pero también quedan abiertas preguntas más profundas sobre la violencia que estamos viendo y las alternativas reales de terminar con ella.
Los testigos hablan de muchas victimas de religión musulmana que disfrutaban de la celebración francesa. En los momentos de oscuridad se requiere de luz para evitar la estigmatización, de prudencia para limitar la búsqueda de revancha y sobretodo de sabiduría para no profundizar las divisiones étnicas, sociales o religiosas que ya atraviesan nuestros países.
En este marco de incertezas el gobierno francés ha sido cauteloso, se habla de un ataque terrorista, se extiende el estado de emergencia y se despliegan las fuerzas para cuidar el país y realizar la investigación necesaria. Sin mencionar la docena de heridos graves y el proceso de identificar los muertos que quedaron hoy como recuerdos silenciosos del horror.
Queda mucho por analizar pero algo es cierto, el mundo es cada vez más un lugar más inseguro. Las diversas amenazas son de difícil identificación por parte de los servicios de inteligencia, las décadas de pésimas políticas en diversas partes del planeta tienen como consecuencia procesos de radicalización de jóvenes con profundos sentimientos contra occidente. Muchos de ellos nacidos en Estados Unidos, pero especialmente en Europa, han dejado sus países de nacimiento para sumarse a grupos radicales donde los ataques suicidas y el uso masivo de violencia es una norma.
No sabemos aún cual ha sido el motivo del ataque en Niza. Posiblemente en las próximas horas y días tendremos más información sobre el atacante, sus vinculaciones y las posibles interpretaciones de estas acciones. Solo tendremos una certeza, estamos en un periodo marcado por las múltiples amenazas que no puede ser respondida solo con acciones de fuerza y tampoco por discursos altisonantes. Estamos frente a una situación que requiere de fuerza para enfrentar a aquellos que usan la violencia reconociendo que son una minoría.
Se vienen días de temor, ansiedad y dolor por todos aquellos que perdieron sus vidas y sus familiares en esta tragedia. Europa enfrenta un desafío enorme que tendrá sin duda repercusiones a todo nivel desde lo político hasta lo social.
Todo parece indicar que más allá del dolor, los líderes europeos tendrán que avanzar con herramientas para enfrentar situaciones que no parecen disminuir.
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