La redemocratizacion de Venezuela tomará algún tiempo. La opción de salida rápida de Maduro falló en su supuesto básico: el comportamiento de los militares. Los operadores del gobierno Trump, Pompeo, Rubio, Bolton, Abrams supusieron que los militares venezolanos se dividirían, apoyarían a Guaidó o sacarían a Maduro, reemplazándolo por otra persona, un nuevo vice presidente. No fue así. Siempre es necesario un plan B
No hay dos posiciones entre las fuerzas democráticas venezolanas e internacionales respecto a la necesidad de una salida rápida de Maduro. El sufrimiento al que somete a su pueblo, la erosión de la democracia, la destrucción económica y la crisis humanitaria son razones más que suficientes para actuar.
Une también a los demócratas la estrategia expuesta por Guaidó: salida pacífica, gobierno de transición corto, y convocatoria a elecciones libres.
Donde acecha el peligro es la forma en que se intente provocar esa salida. Todas las transiciones enseñan que el éxito de la restauración democrática depende de como se produce el cambio. Una acción violenta no conduciría a una transición pacifica posterior.
De allí el peligro de las amenazas de intervención militar y, peor, de una intervención de la Administración Trump. Tendría dos efectos altamente negativos. Provocaría una división de las fuerzas que apoyan el cambio, fortaleciendo a Maduro, y socavaría las bases de un gobierno de transición.
Un gobierno que naciera de la intervención externa estaría condenado al fracaso. Se desbarataría la unidad interna y externa.
Ningún país latinoamericano enviará tropas a Venezuela, y el gobierno de Chile debiera ser el primero en expresarlo de manera rotunda.
Despertaría el nacionalismo, alentaría la cohesión de las fuerzas armadas, impediría constituir un gobierno amplio y, aun peor, daría pie a la conformación de grupos opositores armados.
Aunque la salida de Maduro demore algo más, el mejor camino es el que ha diseñado la Asamblea Nacional: movilización social activa, convocatoria a los más amplios sectores, incluso disidentes del chavismo, constituir un gobierno de transición, llamado y garantía a las Fuerzas Armadas y transmitir la convicción firme de la capacidad construir un futuro mejor. La impaciencia es un mal consejero.
Es por eso que Chile debe actuar con unidad interna para lograr más efectividad. Encerrarse en una sola posición resta capacidad para contribuir a mediaciones indispensables.
Fue un error del gobierno chileno de no mantener una línea más abierta , en vez de jugar todas las cartas al diseño de la Administración Trump.
El viaje de presidente Piñera se hizo con la premisa equivocada, de una salida pronta, “Maduro tiene los días contados” proclamó Piñera antes de partir a Cúcuta, creyendo sacar réditos fáciles de un tema complejo que requiere decisión, no agitación.
Un plan B implica la participación activa de todos los países democráticos, encabezados por las Naciones Unidas. El Secretario Genera Guterres debe impulsar una mediacion. La situación interna se tornará cada vez más acuciante en los próximos meses. Maduro también puede caer en la tentación de reprimir y arrestar a Guaidó. Esa acción debe anticiparse y advertir qué nuevas medidas se tomarían.
Maduro,no tiene otro destino mas que conseguir una salida aceptable, proteger sus derechos ciudadanos, pero más temprano que tarde deberá ceder para abrir camino a la democracia y a una recuperación que saque a millones de familias de la miseria.
Venezuela necesita de apoyo decidido, pero flexible, para iniciar a la brevedad un gobierno de transición.
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