En un acontecimiento sin precedentes la casa del Presidente del Directorio de CODELCO fue escenario de un hecho de violencia criminal. Atentado, como dice el diccionario es una agresión o desacato grave a la autoridad o una agresión contra la vida o la integridad físicao moral de alguien. Pero en este caso todo parece apuntar a que estamos frente a un atentado a las bases mismas de la democracia y del debate de ideas en Chile.
A pocas horas del atentado estamos frente a una vorágine de teorías conspirativas que hacen emerger los prejuicios políticos, ideológicos, sociales y económicos que muchos llevamos dentro.
En la época de la pos verdad (o de las mentiras) y de las redes sociales, cualquier hipótesis se convierte en posibilidad real generando angustia y temor entre los ciudadanos. Lo poco que se sabe hasta ahora no permite avanzar con seriedad en una interpretación de los hechos, sin embargo hay cuatro elementos claves que no debemos perder de vista.
Primero, este atentado es también una señal de alguien o un grupo que quiere mostrar que la violencia es una forma de resolver conflictos, de instalar agendas y/o de potenciar necesidades. Señal que generar un nivel de daño acotado es posible incluso en el lugar considerado más seguro de las personas: su hogar. Queda por resolver porqué se eligió al Presidente de Codelco como blanco de esta señal. Ciertamente los blancos podrían ser muchos otros funcionarios de gobierno que hasta ayer recibían casi personalmente los paquetes que llegan a sus hogares.
Segundo, si detrás de este atentado hay un grupo organizado que incluso reinvindica los hechos, la efectividad del sistema de inteligencia nacional estaría en serio entredicho. ¿Será que una célula solitaria podría organizar este evento como ocurrió en la subestación del metro? Solo en esa situación la prevención es prácticamente imposible, pero de igual forma múltiples son las interrogantes que quedarán sobre el funcionamiento y el gobierno de las acciones de inteligencia en el país.
Tercero, el gobierno ha respondido con rapidez y rigurosidad al no calificar este hecho como acto terrorista pero para mantener esta capacidad de respuesta se requieren resultados rápidos, señales de avance de la investigación que permitan evidenciar cual es la raíz de la amenaza. De otra forma, el clima de incertidumbre y temor será creciente.
Cuarto, no hay espacio para la impunidad. Todos hemos sido víctimas de un atentado a lo que más valoramos, la posibilidad de debatir ideas, demostrar discrepancias e incluso declararnos antagonistas a ideas y propuestas. La violencia para instalar agendas de cualquier estilo erosiona cualquier posibilidad de diálogo, la violencia para amedrentar es algo que debería haber quedado en el pasado.
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