Día de los Derechos Humanos
Hace 60 años, la Asamblea General de Naciones Unidas declaró el 10 de diciembre como el día Internacional de los Derechos Humanos.
Para los chilenos los derechos humanos se hicieron presente como problema cuando el 11 de septiembre de 1973 se inició una política de violación sistemática de dichos derechos por parte del Estado y sus agentes, dejando una larga estela de ejecutados, desaparecidos, torturados y exiliados que marcó traumáticamente nuestra historia contemporánea así como nuestra concepción de los derechos humanos.
La acción de defensa de los derechos humanos influyó fuertemente en nuestra realidad política.
Los partidos políticos que se opusieron a la dictadura fueron poco a poco afirmando una adhesión cada vez más explícita a los derechos humanos y a su doctrina democrática.
El caso más importante fue el del Partido Socialista que en los años 80 migró ideológicamente desde un marxismo revolucionario hacia una renovación democrática.
Sin embargo, los partidos que participaron de la dictadura aún miran con desconfianza e incomodidad los derechos humanos, como un dedo acusador que los apunta, un tema ciertamente incómodo.Para la mayoría de los chilenos, sin embargo, los derechos humanos se asocian a un período pasado de nuestra historia, a hechos condenables, a excesos cometidos por los organismos de seguridad, a una historia violenta pero felizmente superada.
Esta visión de los derechos humanos como un hecho del pasado es tremendamente limitada.
Muchas poblaciones en Asia, África y América latina viven situaciones inaceptables, muchos están presos por sus ideas, muchos sufren la tortura y el crimen y si consideramos que los derechos humanos son inherentes a la persona y universales, los chilenos tenemos un deber de solidaridad que es inescapable.
Pero no sólo deberíamos asumir más activamente una defensa de los derechos humanos a nivel global que sería lo esperable después de toda la solidaridad internacional que recibió el pueblo de Chile-, sino también tomar mayor conciencia de la actualidad de dichos derechos.
Nuestro país, por ejemplo, aún no da el paso del reconocimiento constitucional de los pueblos indígenas.
Esto es más que una simple declaración para archivar, es decidirse a modificar la relación de dominación con los pueblos originarios, para pasar a una de aceptación y reconocimiento de su identidad, de su estructura política, de su lengua, de sus creencias, de sus costumbres, de sus tierras y aguas.
Otro ejemplo es la resistencia a reconocer los derechos de las minorías sexuales que en pleno siglo XXI siguen viviendo una situación de exclusión.
Pero, sobre todo, la conmemoración de este día de los derechos humanos estará marcada por los ecos del homenaje que el alcalde Labbé organizó para Miguel Krassnoff, un torturador condenado a 144 años de cárcel por su participación en más de cincuenta crímenes.
De lo que se trataba en el citado homenaje, era justificar los crímenes porque habrían sido cometidos por una causa superior, convirtiendo a Krassnoff en una suerte de víctima (de la incomprensión) o de héroe que pagaba con cárcel lo que hizo por un Chile ingrato.
En esta iniciativa se evidencian una ideología que considera que hay causas superiores a la dignidad humana, es decir que en nombre de tal o cual ideal político o religioso, se pueden anular los derechos de las personas, incluyendo su derecho a la vida.El que tal doctrina siga presente en Chile resulta más que preocupante, sobre todo si se asume que estas ideas cuentan con un respaldo o un silencio cómplice de partidos políticos con amplia representación parlamentaria.
Lo otro, que es francamente inadmisible, es que autoridades públicas admitan que se puede hacer homenajes a condenados por delitos de lesa humanidad, igualando ese supuesto derecho al de las víctimas.
Se trata de una inexcusable apología de la violencia y del crimen que debiera ser perseguida por las autoridades públicas, como ocurre en países que han sabido sacar las lecciones de sus experiencias traumáticas.
El día de los derechos humanos, es un día para pensar en estas cosas, para reunirnos en torno a los valores que nos pueden hacer mejores seres humanos y como país.
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