En 2014 existían 763.070 armas inscritas. 96,1% de ellas en manos de personas naturales y 3,9% de personas jurídicas. Al año 2016, la cifra aumentó a 808.035.
La principal motivación de la gente para adquirir un arma de fuego es la defensa personal, lo que supone asumir que las instituciones encargadas de la seguridad no son capaces de defender a su persona o familia, llevándonos a una revisión sobre la eficacia y eficiencia del sistema de seguridad pública.
En una sociedad democrática, la seguridad es un bien público provisto por la autoridad y los ciudadanos tienen el derecho a exigirlo. El problema es que la ciudadanía observa cierta incapacidad del sistema para asegurar el derecho a vivir seguros y, de acuerdo a sus capacidades económicas, adquiere medios de seguridad privada.
¿Es un arma una fuente de defensa personal y seguridad familiar? Para que un arma sea útil en momentos de sufrir un delito hay que reunir un conjunto de circunstancias. El arma debe encontrarse en buen estado, debe estar cerca para alcanzarla antes que los delincuentes consumen su delito, su poseedor tener conocimientos para usarla y la frialdad para utilizarla contra una o más personas.
Se trata de un conjunto de detalles que deben conjugarse en escasos segundos. Lo anterior sin pensar en los riesgos de accidentes por mal uso o al ser utilizadas por menores de edad como juegos.
Según un estudio de la Oficina de Drogas y Crímenes de las Naciones Unidas (2011), a mayor tenencia de armas en manos de particulares, mayores niveles de violencia y delitos cometidos con armas de fuego.
Es una realidad demostrada. Las sociedades mas liberales en la tenencia de armas tienen mayores índices de violencia. Véase el caso de Estados Unidos, donde se registran atentados individuales y balaceras con numerosos fallecidos y heridos.
Chile tiene que avanzar a un control más estricto de armas y municiones. Debemos actualizar la información y los controles en pasos fronterizos y disponer de sistemas tecnológicos de resguardo de la frontera no habilitada.
Tenemos que incorporar tecnología en nuestros puertos para evitar el ingreso de armas clandestinas y hacernos cargo de una realidad local: Las armas hechizas. Dos tubos y un percutor se pueden transformar en un arma letal. Por eso llegó la hora de restringir la venta y expendio de municiones, para evitar que eso suceda.
Hay que mejorar el sistema de seguridad pública, su presencia preventiva y capacidad de reacción. Los actuales indicadores de eficacia en delitos contra la propiedad no son dignos de un país en desarrollo.
Se requieren propuestas serias y responsables basadas en evidencia y una reforma al Estado para crear un sistema donde existan controles interinstitucionales con medición y orientación al resultado. Solo así se podrán mejorar los indicadores de eficacia y eficiencia en materia de seguridad.
Sin seguridad no hay libertad, inversiones ni desarrollo posible. Por ello, se trata de un desafío urgente del que nadie se puede restar.
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