"… si hay una comuna en cuarentena y yo quiero cruzar sin detenerme, puedo hacerlo sin ningún problema.”Subsecretaria de Prevención del Delito, Katherine Martorell, 14 de abril 2020
Paso a contar lo que ocurrió.
El 12 de mayo, a las 13:00 horas, me trasladaba de Ñuñoa a La Reina, ambas comunas sin cuarentena. Viajaba en auto junto a mi hija de 10 años.
En Avenida Grecia con Ictinos, comuna de Peñalolén, nos detuvo un grupo de carabineros; el Subteniente Daniel Espinoza Valencia, me pidió el permiso temporal, le expliqué que iba de paso, que no me bajaría del auto; insistió en que le mostrara el documento, le reiteré que las orientaciones del ministerio del Interior me eximen de pedir permiso.
¿Usted qué hace?, soy profesor universitario le respondí, me pidió mi cédula de identidad, leyó en el reverso la palabra periodista y me ordenó bajar del auto y a un Cabo le requirió que me grabara con la cámara de su celular.
Repetía una y otra vez que yo era periodista y no profesor universitario como le había indicado anteriormente, me acusó de usurpación de funciones, fue imposible que entendiera que uno puede tener un oficio y, además, precisamente por tener ese oficio, puede hacer clases.
Veinte minutos después, mi hija inquieta y asustada fue rescatada por su madre, a mí me esposaron y trasladaron a la Subcomisaria de Lo Hérmida. Después de dos horas, el Fiscal Luis Jaramillo les informó que no había falta en mi proceder y que debían dejarme en libertad.
Carabineros quería hacerme firmar un documento que acreditaba mi supuesta falta (el Fiscal no lo consideraba así). Me negué a firmar y, entonces, me cambiaron a un calabozo ocupado por dos jóvenes: en plena pandemia nos pusieron a los tres distanciados por 50 centímetros el uno del otro. Finalmente, cinco horas después del incidente, Carabineros, sin dar explicaciones, sin citación al tribunal, ni cargo alguno, me dejó libre.
El desagradable momento vivido por mi hija y por mí, me sugiere una serie de preguntas ¿quién controla a Carabineros?, una autoridad civil orienta a la ciudadanía y pone los marcos de comportamiento; sin embargo, Carabineros los altera y se resiste a la decisión de la Fiscalía.
Me detuvieron en una zona en donde la represión policial es cotidiana, mi hija presenció aquel abuso; un lugar en donde los niños/as juegan entre el miedo al Covid 19 y el olor a lacrimógenas, ¿quién responde por el trauma infantil?, ¿cómo opera el Estado de Derecho para esos miles de niños?
¿Hasta cuándo el gobierno avala el accionar de Carabineros?, la ciudadanía clama su disolución; reformarlos es una medida ociosa, es una policía que, aunque tiene legalidad, carece de legitimidad y decoro.
En tiempos de pandemia y la ciudad sumida en una militarización policíaca no es posible que, la misma institución acusada de sistemáticas violaciones a los derechos humanos, sea la responsable de la seguridad de la población, la presencia de Carabineros en las calles, es en si, motivo de inseguridad ciudadana y eso debe cambiar.
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