50 años de excusas: seguridad climática, la prioridad olvidada

Fue en la década de 1970 cuando por primera vez se comenzó a tener noción del fenómeno del cambio climático entre políticos, economistas y científicos. Sorprendentemente han pasado 50 años, múltiples cambios geopolíticos, sociales y tecnológicos y el problema se sigue profundizando. Esta semana, el multimillonario Bill Gates publicó un manifiesto en el cual declara que el cambio climático "no conducirá a la desaparición de la humanidad" y que "la pobreza y las enfermedades siguen siendo los problemas más importantes de la humanidad".

En lo político internacional, Donald Trump ha expresado su negacionismo climático en numerosas decisiones, entre ellas, la retirada del Acuerdo de París. En el ámbito nacional, las cosas no se ven mucho mejor orientadas: los postulantes a La Moneda o niegan el cambio climático o parecen no comprender la magnitud del problema.

Las excusas siempre son las mismas: que los cambios deben ser paulatinos; los posibles impactos en la economía y la fe ciega en que esta se autorregula; que se necesita que las "futuras generaciones tomen conciencia..." y muchas otras que seguramente todas hemos escuchado y que nos perpetúan en la inacción. No se trata de que Chile no haya avanzado en temas climáticos y ambientales; pero no es suficiente y la desidia política, y el negacionismo, pueden llevarnos a perder el camino andado, a pesar de que la evidencia científica nos sitúa como un país altamente vulnerable frente al cambio climático y de que según la última evaluación de desempeño ambiental de la OCDE en 2024, los mayores desafíos que enfrentamos tienen que ver con la contaminación atmosférica, la gestión de residuos y la grave crisis hídrica que amenaza con el suministro de agua potable a medida que el desierto avanza por nuestro país.

En ese mismo sentido convive el discurso, instalado desde sectores empresariales, como "permisología". Una idea errada de que la evaluación ambiental estaría siendo un impedimento burocrático para el aumento a la inversión. A ciegas y sin cuestionar ni contrastar la información, casi todas las candidaturas han acuñado este relato, que antagoniza la idea de desarrollo con la protección ambiental.

Podemos coincidir en que las problemáticas que enfrenta el país hoy son variadas, y es de esperar que los candidatos al sillón presidencial ofrezcan ideas y soluciones para darle seguridad a la población no solo en materia de crimen y orden público, sino también en temas como seguridad hídrica y climática, cuestiones mínimas para la salud de la ciudadanía. De forma decepcionante, esas propuestas están al debe en la mayoría de los programas de las candidaturas presidenciales. José Antonio Kast y Johannes Kaiser derechamente creen que estas ideas son fruto de la ideología y, al igual que Trump, Milei o Bolsonaro; amenazan los avances que se han conseguido durante años de negociaciones y de amplio consenso político. Lo que deciden ignorar los políticos de la ultraderecha y el mismo Bill Gates es que la crisis climática se va a seguir agravando. Y dentro de los efectos de esta crisis, están la generación de más pobreza, más migración, más incertidumbre, más crisis social, sanitaria y económica.

En un escenario en el que el tema ambiental ha sido excluido de los debates, minimizado en los programas y convertido a posicionamientos netamente economicistas, desde la sociedad civil hacemos un llamado a no olvidar los mínimos. Esperamos del próximo presidente o presidenta de Chile se comprometa: en primer lugar a no retroceder en leyes, reglamentos y políticas que actualmente protegen al medio ambiente y las personas. En segundo lugar, un irrestricto respeto a los tratados internacionales a los que Chile ha suscrito y la legislación vigente, entendiendo que estas leyes siempre se pueden mejorar. Por último, esperamos que exista un compromiso con la transparencia de la información, accesible para toda la ciudadanía y que evidentemente esta sea también exigible a los privados que operan sobre bienes nacionales. Sabemos que el período presidencial de 4 años es corto, sin embargo no podemos esperar otros 50 años para hacernos cargo de esta crisis.

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