Sin duda, el conflicto entre Israel y Hamas influirá en el ambiente de la COP28 y será un tema que estará omnipresente, tomando en cuenta que el enfrentamiento está cercano a Dubai, ciudad donde se desarrollará la cumbre, siendo una de las materias más complejas y delicadas de la política internacional. Hay que tener en claro que este conflicto afecta no sólo a las partes directamente involucradas, sino también, a sus aliados, vecinos y a todo el mundo. Este escenario de tensión y confrontación ya está generando incertidumbre y destrucción, provocando una crisis humanitaria de proporciones.
También está latente una escalada militar, una amenaza nuclear o una ruptura diplomática sin precedentes; y es precisamente este contexto el que podría afectar negativamente al ambiente de la COP28, al dificultar el consenso y la confianza entre los países participantes, al desviar la atención y los recursos de la agenda climática. No hay que olvidar además que ya es prácticamente un hecho que no lograremos las metas al 2030, por ello los países deben, al menos, alinear sus esfuerzos para reducir las emisiones netas de carbono a cero al 2050, ya que, si no logramos este propósito, que ya lleva rezago, la humanidad y las futuras generaciones corren serio riesgo.
Se trata de una cumbre crucial para el futuro de todos, más aún en un país que pertenece a la OPEP. La industria de hidrocarburos de los EAU es una de las más grandes del mundo en términos de exportación de crudo, reservas y producción petrolera. Este país es el cuarto mayor exportador de petróleo a nivel mundial y sus ingresos por este concepto representan aproximadamente el 20% de todos los ingresos por exportaciones. Es por esto que la visión respecto a los combustibles fósiles y decisiones al respecto, toman un cariz especialmente sensible, requiriendo acuerdos transversales y compromisos de todos los actores.
Los objetivos principales de la COP28 son aumentar la ambición y el compromiso de los países para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero y adaptarse a los impactos del cambio climático, además de movilizar los recursos financieros, tecnológicos y de capacidad, necesarios para apoyar a los países en desarrollo en su transición hacia una economía baja en carbono y resiliente al clima, fortalecer la cooperación multilateral y el diálogo entre los gobiernos y el mundo privado para impulsar la implementación de las medidas climáticas urgentes y generar confianza y transparencia.
Chile tiene un rol de importante liderazgo y ha demostrado su compromiso con la acción climática y la cooperación internacional. Ha establecido metas claras para alcanzar la carbono-neutralidad en 2050, y fue uno de los primeros países en presentar su contribución nacional determinada (NDC), que incluye medidas de mitigación y adaptación al cambio climático.
Así, y pese a este complejo escenario, justamente por ser tan crítico, tengamos la esperanza que el diálogo y la cooperación puede generarse; que las partes se sienten a la mesa a resolver las diferencias e intentar que se abra un proceso de paz, con el apoyo férreo de la comunidad internacional. Eso permitiría impactar positivamente el desarrollo y el contexto de los acuerdos, al crear un clima favorable para el entendimiento y la colaboración entre los países participantes, facilitando la convergencia de intereses y objetivos en materia climática.
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