Para nadie es un misterio que el Acuerdo de París firmado por 195 países, incluido Chile el año 2015 es uno de los temas que atrae varias miradas hoy, no solo en el contexto mundial por el capricho de Trump de enaltecer su ego poniendo fin a la participación de EEUU en dicho acuerdo, sino que también en nuestro país y todo gracias a la desprolijidad y falta de conocimiento de dicho acuerdo del pre candidato presidencial de derecha, Manuel José Ossandón, quien es foco de todas las burlas y dimes y diretes de sus seguidores y detractores tras su paupérrima participación en un programa de televisión de debate político.
El fenómeno del cambio climático llegó para quedarse y el acuerdo de París no solo se traduce en la contención del aumento de temperatura por debajo de los 2°C, sino que es un gran avance a nivel planetario, el cual depende de la cooperación inteligente de la tecnología, del financiamiento, de la comunidad y de la política.
Por tanto la larga búsqueda hacia la sustentabilidad implica cambios drásticos en la economía global, lo cual coloca el desafío hacia la economía que puede y debe emplear un rol muy activo en la determinación de las reglas y normas básicas, en donde en conjunto con la industria pueden brindar un aporte importante a través del intercambio de experiencias y de conocimiento, acrecentando su compromiso con la responsabilidad social empresarial y el medio ambiente.
Hoy frente a los diagnósticos y análisis es fácil detectar amenazas y obstáculos, pero también podemos ver oportunidades y, sin ser excesivamente optimista, es seguro que las oportunidades predominan, siempre y cuando las decisiones políticas inteligentes se tomen a tiempo muy lejos de lo que ambos personajes (Trump y Ossandón) demuestran en su actuar.
Entonces, ¿cómo es posible que los países que firmaron el acuerdo de París resuelvan sus problemas energéticos y climáticos?, es una gran interrogante que hoy por hoy genera divergencia, ya que algunos expertos lo ven como un tema imposible de resolver, mientras que otros pensamos que sí se puede resolver en un mediano y largo plazo mirando el escenario desde dos perspectivas: una que implica un desarrollo de las energías limpias y renovables, empleando tecnología verde, la cual es cada vez más accesible y por otro lado desenmascarando a personajes de la política nacional e internacional que viven pensando que su leit motiv es el buscar un inútil protagonismo que no beneficia a nadie y menos al medio ambiente y a las futuras generaciones.
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