El mundo está colapsando en muchos ámbitos hace décadas, así como se ha “sobregirado” en el uso de sus recursos naturales, con más fuerza y celeridad en los últimos años. Chile no está ajeno a esta realidad global. Los fenómenos que constituyen el calentamiento global y el cambio climático han sido reconocidos en el mundo científico, así como en el político, con contadas excepciones de parte de líderes neofascistas de derecha, como en Brasil y EE.UU.
Ante eso, distintos Estados han declarado recientemente la Emergencia Climática para contener este proceso y proyectar un futuro que permita habitar la tierra más allá del año 2050. Pero, ¿qué es lo que sustenta este tipo de aseveraciones y medidas que se están tomando por diversos actores sociales y políticos a nivel mundial?
El economista, ambientalista y ex candidato presidencial chileno Manfred Max-Neef, ya en el año 1986 nos advertía sobre el desarrollo a escala humana y antecedentes del advenimiento de una crisis ecológica.
Es por ello, que el transcurso de las últimas décadas y del sostenido avance del modelo económico y productivo, ha traído de la mano la multiplicación de proyectos de inversión de carácter extractivo de nuestros recursos naturales y bienes comunes, y en consecuencia, la explosión de conflictos territoriales y socioambientales emparejados en centenares de comunidades y territorios generalmente desprotegidos y aislados geográficamente.
Es así como en la Región Metropolitana el principal elemento amenazado es el agua, y por ende, su abastecimiento básico hacia millones de habitantes en el Gran Santiago.
Y no es coincidencia que zonas y comunas rurales y periféricas sean las principalmente afectadas por estos fenómenos y conflictos. Es el caso de Paine y localidades como Hornos y Rungue, azotados por la escasez hídrica que ha producido el cambio climático.
No obstante, no es el principal factor en lo que ha sido la desaparición del agua en la Laguna de Aculeo, sino que lo es la extracción y desvío ilegal de cursos de agua y de la misma laguna por parte de inescrupulosos agricultores y actores privados de la zona.
Otro grave caso y que pone en riesgo el agua potable del 80% de la RM es el Proyecto Hidroeléctrico Alto Maipo (PHAM), el que se construye desde fines de la década pasada y que vía contrato con Aguas Andinas no va garantizar el abastecimiento de aguas cristalinas ante episodios de turbiedad del río Maipo, derivados de precipitaciones inusuales asociadas al cambio climático, o de accidentes o desperfectos en sus sistema de distribución. Ya que va enturbiar aguas limpias captadas en distintas cuencas del Cajón del Maipo, al pasarlas por dos centrales hidroeléctricas de pasada a través de un sistema de tuberías de 70 kilómetros de extensión.
El tardío actuar de nuestras autoridades, de todos los ámbitos, ante una evidente realidad como esta Emergencia Climática, nos llama a seguir presionando por cambios en el sentido correcto, pero también a autodesafiarnos como alternativa de cambio y dar respuesta tanto desde los gobiernos locales como en la gobernabilidad estructural y nacional que significa el ser una opción confiable para dirigir un país, atiborrado de injusticias ambientales y conflictos socioambientales.
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