La ruta del agua: El modelo hídrico circular de Israel

Para enfrentar la crisis climática y la crisis del agua, Israel ha implementado un modelo de gestión hídrica circular, que le ha permitido pasar de la escasez a la abundancia. Israel lidera los rankings mundiales en desalinización, reducción de fugas y aplicación de riego por goteo.

La crisis climática global y la crisis global del agua son dos caras de la misma moneda. Por un lado, la crisis climática está exacerbando cada vez más la escasez de agua, y, por otro lado, el comportamiento humano vinculado al uso, transporte y tratamiento del agua está contribuyendo a acelerar la crisis climática a través de la emisión de gases de efecto invernadero.

Las emisiones de gases de efecto invernadero del sector hídrico mundial, combinadas con el aumento previsto del consumo de agua para la agricultura, la industria y las personas, son factores importantes de la crisis climática. Según los datos actuales, el sector del agua es responsable de alrededor del 2% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero en el mundo. La mitad de esto corresponde a emisiones relacionadas con la energía necesaria para diversos procesos, y la otra mitad con las emisiones resultantes de aguas residuales no tratadas.

Frente a este escenario, en Israel se ha implementado un modelo integral de gestión del agua que ha permitido al país pasar de la escasez a la abundancia. Y, actualmente, la versión 2.0 de este modelo ha incorporado una visión circular, para reducir los impactos sobre el cambio climático.

Israel, al igual que la parte norte de Chile, está situado en una región seca con escasas precipitaciones. De hecho, alrededor del 60% de su superficie es desértica y el resto semiárida. Las principales fuentes de agua de Israel son el agua del lago Kineret (Mar de Galilea), las aguas subterráneas, el agua desalinizada y las aguas residuales purificadas, que se utilizan con fines agrícolas.

Uno de los grandes desafíos ha sido cómo asegurar el recurso y su calidad, entregándolo a precio igualitario a toda la población, y sin afectar los ecosistemas que se nutren de agua. La respuesta ya está en plena implementación.

Modelo circular

El enfoque circular del agua de Israel se caracteriza por cuatro pasos: desalinización del agua de mar; agua desalinizada para necesidades urbanas; tratamiento de aguas residuales; y prácticas agrícolas del agua.

La desalinización de agua de mar es el primer paso del enfoque circular del agua de Israel. Se realiza en varias instalaciones repartidas por la costa mediterránea, a distancias relativamente cortas de los consumidores. Hoy en día, alrededor de 600 millones de m3 al año (80% del agua potable del país) se obtienen mediante desalinización.

La segunda estación es el uso de agua desalada para las necesidades urbanas. Alrededor del 92% de la población de Israel vive en ciudades, y las ciudades son los principales consumidores de agua. El agua desalada se mezcla con agua subterránea para mejorar su calidad y se somete a procesos que garantizan su salubridad para los consumidores.

La tercera etapa se inicia justamente al final del uso doméstico, porque casi toda el agua se transfiere a plantas de tratamiento. La purificación se realiza en instalaciones que funcionan de manera optimizada, generalmente con varias ciudades o municipios unidos para purificar sus aguas residuales en forma centralizada. Esto mejora los procesos, reduce los costos y disminuye el peligro de fugas de aguas residuales no tratadas. A partir de este proceso, se genera agua de calidad media que se inyecta en los acuíferos para una depuración natural y también agua de mayor calidad apta para ser usada directamente en la agricultura. De esta manera, se consiguen dos beneficios: se restituye agua depurada para riego en lugar de utilizar agua potable, y se previene la contaminación ambiental al reducir el vertido de efluentes a los ríos y al mar.

La cuarta fase del modelo circular es el uso del agua tratada en la agricultura. Casi el 90% de todas las aguas residuales domésticas se reutiliza para riego, lo que supone un récord mundial. Aproximadamente la mitad de los cultivos agrícolas de Israel utilizan agua que ha sido tratada y purificada sobre la base de una estricta regulación diseñada para garantizar que esta agua no cause daños a la salud ni al medio ambiente.

Políticas de refuerzo

La eficacia de la estrategia hídrica de Israel se ve reforzada por políticas adicionales que se basan en tres pilares principales: prevención de la pérdida de agua en los sistemas hídricos, conciencia del uso del agua, y legislación y política públicas.

Israel tiene un récord mundial en la prevención de pérdidas en la red de agua potable, con cifras por debajo del 10%. Es importante entender que el agua que se pierde como resultado de fugas o evaporación es en realidad agua por la cual se han emitido gases de efecto invernadero innecesarios a la atmósfera. Por lo tanto, reducir las fugas, prevenir la evaporación, las pérdidas y el robo son pasos clave para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en el sector mundial del agua.

Un segundo aspecto relevante es reforzar la conciencia generalizada sobre la importancia de este recurso. El israelí es muy consciente de la escasez de agua, resultado de décadas de educación a través de campañas públicas. Por ello, el consumo de agua per cápita en Israel es uno de los más bajos del mundo desarrollado, sin que el nivel de vida se ha visto afectado. La planificación a largo plazo (año 2050), que tiene en cuenta factores como el crecimiento demográfico, el cambio climático, la naturaleza del consumo futuro de agua y más, garantiza que esta situación no se deteriore.

En tercer lugar, hay que mencionar que un sistema de agua gestionado profesionalmente, guiado por una visión a largo plazo, respaldado por legislación y regulación apropiadas, con una política de precios clara, creará igualdad y brindará oportunidades de crecimiento. Naturalmente, el hecho de que Israel tenga un sistema de agua unificado para todo el país, lo cual es factible debido a su pequeño tamaño territorial, contribuye a la eficiencia del sistema. De esta forma resulta más sencillo aplicar medidas como las siguientes: las ganancias de la venta de agua a los consumidores se invierten solamente en mejorar el sistema de agua, mejorar la infraestructura y gestionar el proceso; todo el consumo de agua se mide, informa y cotiza, gracias a los sistemas inteligentes de medición y control implementados en cada hogar, fábrica y campo; el precio del agua es uniforme para todos los consumidores según tipo de cliente, y este es el precio real del agua sin subsidios.

En conclusión, el modelo hídrico israelí puede ser utilizando de manera global y a distintas escalas para afrontar de manera exitosa la escasez de agua y a la vez moderar los impactos en la crisis climática.

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