Dublín es la capital de Irlanda, conocida por mis amigos cerveceros como la cuna de la cerveza Guinnes, sabido es que el principal ingrediente de una cerveza es la calidad del agua con la que se fabrica.
Los principios de Dublín, luego de realizada la Conferencia Internacional sobre el Agua y el Medio Ambiente (CIAMA) en enero de 1992, parecen aludir a la base de las preocupaciones ambientales de este siglo, son pocos, muy simples y específicos.
Principio Nº 1. El agua dulce es un recurso finito y vulnerable, esencial para sostener la vida, el desarrollo y el medio ambiente.
Principio Nº 2. El aprovechamiento y la gestión del agua debe inspirarse en un planteamiento basado en la participación de los usuarios, los planificadores y los responsables de las decisiones a todos los niveles.
Principio Nº 3. La mujer desempeña un papel fundamental en el abastecimiento, la gestión y la protección del agua.
Principio Nº 4. El agua tiene un valor económico en todos sus diversos usos en competencia a los que se destina y debería reconocérsele como un bien económico.
Sobre el principio 1 evitaré referirme por su obviedad y sobre el N°4 es real pero, dada mi ignorancia sobre la economía mundial, no me causó ningún ruido inicial.
Lo que no me queda para nada claro es cómo los usuarios participamos en las decisiones del aprovechamiento y gestión del agua según establece el principio 2, a no ser que se considere como participación la contribución del 1% que se paga en cada cuenta hídrica en Chile para las inversiones de mejoras, me suena más a diezmo moderno.
Pero lejos lo más confuso para mí es lo establecido en el principio 3. ¿Por qué se nombra a la mujer de manera especial? ¿Por qué no se ha mencionado al hombre en este principio ni en los otros? Se dibujó en mi cabeza esa imagen ancestral de cadenciosas mujeres caminando a un pozo de agua con baldes o vasijas sobre sus cabezas forradas en pañuelos multicolores, cada una haciendo gala de la función fundamental que tiene en el Abastecimiento, Gestión y Protección del agua.
Entonces pensé que luego de enunciar estos 4 principios hace más de 25 años, los 172 países que suscribieron han tenido tiempo para implementarlos en sus regulaciones y respectivos gobiernos.
Yo habría apostado que en Chile eso estaría zanjado, por lo que psicopateé el tema en Internet y parece que le apunté a esa única empresa, de las que vende agua, que no incluye mujeres en cargos ejecutivos donde se toman las decisiones para la extracción, conservación, distribución o comercialización de tan preciado recurso, ni que hablar en el directorio.
Luego de la desazón que esto me provocó me surgieron dos preguntas.
¿Consideran nuestras empresas y autoridades, luego de haber participado en las Cumbres de la Tierra y suscrito sus acuerdos y principios, que el aporte de la mujer al manejo del recurso hídrico se reduce a juntar agua en sus casas en ollas y bidones cuando el servicio se suspende debido al cambio climático o a lo que sea?
¿No piensan exigirles a las empresas que están lucrando , en cualquiera sea el proceso donde se adjudican la posibilidad de vendernos el agua, incluyan en esa tarea a las mujeres en el papel que la misma Convención estipuló como fundamental?
¿O no hay mujeres disponibles para ello?
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