Hemos vuelto a vivir episodios de preemergencia y emergencia ambiental y las autoridades nos sorprenden con un proyecto de restricción por congestión, que se aplicaría no sólo en Santiago sino que en todo Chile, como una fórmula perfecta para descongestionar y –de paso- descontaminar las ciudades con los índices más elevados de polución.
A mi juicio, es una medida contradictoria, poco clara y que dadas las “excepciones” que permite, en nada contribuye al objetivo final, vivir en una ciudad más limpia y menos congestionada.
La iniciativa del Ejecutivo, que apoya un proyecto de la Comisión de Transportes del Senado, busca reducir la circulación de vehículos con sello verde en todo el país; sin embargo, hay varios aspectos que me parecen al menos cuestionables.
La restricción permanente se aplicará haciendo distinción entre otros aspectos, en tipo de vehículo, antigüedad del mismo y combustible que utilice. Es decir, ¿aquellos que tienen la posibilidad de adquirir o cambiar sus vehículos con cierta frecuenta y pagar la bencina más cara, tendrán más posibilidades de circular libremente por Chile?
Más insólita aún es la idea del ministro de Transportes, quien plantea la opción de comprar un pase diario en días de restricción. Implementar medidas como “vender el derecho a circular”, es decir, congestionar y contaminar, me parece que es absolutamente discriminatorio.
Nuevamente, se autoriza a circular contaminando a quienes tienen los recursos para pagar ese permiso, mientras que la clase media y los más pobres, que con mucho esfuerzo han adquirido un vehículo, se les margina de las calles pues no tienen la posibilidad de sumar otro gasto a su presupuesto.
Más aún, cuando en los últimos episodios de preemergencia ambiental se ha evidenciado un alto desacato a la restricción vehicular, que evidencia que las personas prefieren que los multen en vez de dejar el auto en la casa, paralizar sus funciones o modificar sus conductas. Vemos, entonces, que mientras mantengamos abierta esa puerta, la de “pagar por transitar y contaminar”, es difícil crear conciencia.
Además, hay otro factor que los expertos han repetido hasta el cansancio y que se les ha ignorado, aplicar restricción permanente incentivará la compra de un segundo o tercer automóvil en los hogares que puedan hacerlo.
Entonces, resulta válido cuestionar si estas acciones buscan ¿descongestionar o descontaminar? Con este tipo de medidas no se logra ninguno de los dos objetivos.Porque mientras se venda el derecho a circular, y con ello a contaminar, habrá quienes siempre estén dispuestos a pagar.
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