Esta semana se ha dado difusión en medios de prensa a un estudio conjunto entre investigadores de la Universidad de la Frontera y la Universidad Austral, que revisó la evidencia disponible sobre la pérdida de bosque nativo en Chile (Native forest loss in theChileanbiodiversityhotspot: revealingtheevidence).
Respecto a las cifras de deforestación, se habla de una pérdida de bosque nativo que asciende al 19% entre 1973 y 2010, lo que resulta una cifra altísima para un período relativamente breve. Sin embargo, ese porcentaje se calcula sobre una zona que va de la Región de Valparaíso a Los Lagos, la que representa el 45% de la superficie total de bosque nativo.
Lamentablemente en las redes sociales y algunos medios de prensa que han cubierto el estudio, esta situación no queda clara. De esta manera han aparecido alarmantes titulares señalando que se ha perdido el 19% del bosque nativo en los últimos cuarenta años, lo que no es así.
En cuanto a las causas de la deforestación, se indica que el principal cambio es el paso de bosque nativo a matorrales, con cerca del 45% de la pérdida total de bosque. En segundo lugar, está el cambio por plantaciones forestales con un 30% y finalmente el cambio por habilitación agrícola con 25%. Lamentablemente el estudio sólo entrega cifras, omitiendo un análisis que permita interpretarlas.
En particular, llama la atención la ausencia de una explicación al cambio de bosque nativo por matorrales. ¿Cuál es la posible causa de este cambio? ¿Una degradación del bosque que lo llevó gradualmente a su desaparición? ¿Incendios forestales? Dada la superficie involucrada, habría sido deseable contar con una hipótesis de los investigadores.
La comparación entre la superficie de bosque sustituida por cultivos agrícolas y aquella que es reemplazada por plantaciones forestales (25% y 30% respectivamente), también hubiera merecido un análisis más profundo.
En Chile la habilitación agrícola de bosques ha sido históricamente favorecida en la legislación, promoviendo el reemplazo de bosques y eximiéndola de la obligación de reforestar lo cortado. En el caso de la sustitución de bosques por plantaciones, ha pasado por distintas etapas en los últimos cuarenta años. Fue permitida y autorizada en los inicios de los programas de forestación masiva desde los años setenta y ochenta, enfrentó un creciente rechazo de la población en la década de los noventa y, a partir de la adopción de compromisos voluntarios (2003) abandonada por las principales empresas forestales.
En la actualidad, si bien no está prohibida, sí está regulada y depende de una autorización de CONAF. Resultaría difícil creer que, al menos en los últimos diez años, existieran autorizaciones de CONAF para ello. Sin embargo, el estudio afirma que en el período 2000-2010, el reemplazo se incrementó. ¿Cómo entender esto?
¿Este supuesto incremento se explica en una sustitución de bosque nativo con planes de manejo aprobados por CONAF?
¿Serían cortas no autorizadas de bosque?
¿Se explicarían por la desaparición del bosque por incendios y una posterior forestación?
Nada se dice al respecto.Tampoco se menciona el hecho de que las tasas de forestación para el período 2010-2015 han caído a su nivel más bajo en la historia, por lo que las hipótesis planteadas respecto a que las plantaciones forestales continúan siendo actualmente una amenaza al bosque nativo, son extemporáneas. Aunque el estudio no abarca este período, hubiera sido razonable mencionarlo en las conclusiones.
Finalmente, llama la atención el contraste entre las cifras presentadas en el estudio y las cifras oficiales de CONAF. Esta institución ha informado un incremento de la superficie de bosque nativo y el estancamiento de la deforestación, todo lo contrario a los resultados comunicados por los investigadores de la Universidad Austral y de la Frontera.
Una de las razones para estas discrepancias, pasa por el hecho de que lamentablemente CONAF, como servicio nacional forestal, nunca ha publicado una cifra consolidada para el período 1970-2010 o bien 1970-2015. Esta omisión ha llevado a que la superficie de sustitución de bosque nativo por plantaciones constituya una cifra negra, exagerada por algunos y minimizada por otros y que tengamos tantas cifras como estudios existen.
La superficie que periódicamente comunica CONAF, corresponde a un programa de actualizaciones del catastro vegetacional, realizadas por regiones y períodos específicos, pero que no corresponden a cifras consolidadas a nivel nacional y para el período de interés de los investigadores (desde 1970 en adelante).
Cualquiera sea la cifra, es injusto hacer un análisis exclusivo de la responsabilidad de la actividad forestal, sin ponerla en un contexto más amplio o contrastarla con el impacto de otros actores respecto a la superficie original del bosque nativo, no necesariamente desde 1974 sino desde la conformación de Chile como nación.
Un análisis imparcial, debería necesariamente reconocer que, comparando agricultura, minería y actividad forestal, es por lejos esta última actividad la que menos reemplazo ha producido de vegetación nativa. ¿Cuál es el interés en querer insistentementemostrar lo contrario?
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