18 de octubre: nunca más

La expresión "conmemorar" viene del latín conmemorare, que consiste en "meter en la mente", "recordar públicamente". Su significado más común dice relación con "recordar solemnemente algo o a alguien" o "celebrar una fecha importante". Cabe entonces preguntarnos: ¿hay algo que conmemorar a propósito del 18 de octubre del año 2019?

Partamos por lo obvio: el fracaso del Estado en la solución de los problemas sociales subyacentes y en el control del orden público no es digno de ninguna "celebración". Ninguno de los dos problemas se resuelve de un día para otro, como falsamente profesan desde el simplismo demagógico o radical. Pero un punto de partida evidente es reconocer que el Estado de Chile no fue ni ha sido lo suficientemente eficaz para dar respuesta a las dos demandas básicas de la convivencia social; a saber, vivir libre de agresiones y participar de mínimos de dignidad que hagan viable la vida armónica en comunidad.

Entre otros factores, han influido excesos de burocracia, clientelismo, corrupción (especialmente en el ámbito local), falta de empatía de los dirigentes políticos -como olvidar la seguidilla de frases brillantes de esos días-, incapacidad de canalización por parte de las elites políticas y culturales, y deterioro progresivo de la discusión pública. Dramático es que hasta acá no tengamos un diagnóstico acabado de la enfermedad que nos aqueja ni la voluntad común de enfrentarla. Dramático, porque ninguna cirugía será efectiva si no tenemos radiografías claras ni coraje en la acción en el mundo político.

Sigamos con la conmemoración. ¿Qué clases de recuerdos afloran a la mente del 18 de octubre del 2019? Lo cierto es que a diferencia del 25 de octubre -donde se verificó una marcha pacífica de más de un millón de personas-, el viernes 18 de octubre está marcado por hechos progresivamente violentos, que parten por la inhabilitación de distintas estaciones de Metro (evasiones, agolpamientos, derribamiento de una pantalla y lanzamiento de la misma a las vías), y concluyen con el incendio del edificio de Enel, la quema de estaciones de Metro y el decreto del estado de Emergencia.

Por ende, una revisión somera permite afirmar que lo único que podemos recordar de ese fatídico día es el fracaso de la democracia y el predominio de la violencia. Así, más que celebraciones o justificación de inorgánicas protestas violentas no autorizadas, lo que debiese reinar el día de hoy es un transversal "nunca más". Nunca más la violencia como medio de acción política. Nunca más desidia e indolencia frente al dolor de los que sufren. Nunca más falta de sentido de urgencia del poder establecido. Nunca más superioridades morales ni romanticismos justificatorios de la agresión como vía de canalización social.

En momentos donde algunos desde ideas radicales intentan instalar una épica fundacional, debemos ser insistentes en esta doble realidad. Recordar la violencia, pero para condenarla. Recordar el drama social subyacente, para combatirlo. En resumen: nunca más 18 de octubre. Nunca más indolencia ni violencia en Chile.

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