27F y la precariedad del Estado

“Fui vocero de la precariedad del Estado” señaló el ex subsecretario del Interior Patricio Rosende al tomar la palabra en el marco de las disculpas públicas que debía entregar según el acuerdo con la fiscalía.

¿Pero cuán ciertas son las palabras de la ex autoridad?

El 26 de febrero de 2010 el país en su conjunto creía que nuestro sistema de emergencias, como muchas otras cosas, era moderno. El “jaguar” de América Latina no podía tener menos.

Recuerdo patente que el Dr. Maturana, ex director de ONEMI, la misma Carmen Fernández, eran tratados como ídolos y gurúes de la emergencia. Jamás escuché una crítica a su gestión, un cuestionamiento. Pero nadie se preguntaba si el sistema podía mejorarse. En eso debemos asumir nuestra comodidad, la misma que nos lleva a criticar de manera virulenta a ex autoridades sin mediaruna mínima reflexiónsobre el hecho de que nos dejamos estar con un sistema que terminó 40 años atrasado respecto de realidades modernas.

Nuestras autoridades pecaron de ser cómodas, de quedarse con lo conocido. En ONEMI, de tener directivos que en vez de abrir las puertas a sus funcionarios y acercarlos al desarrollo, les fue más útil mantener su espacio. Ser gurú es tentador, por eso no recuerdo ningún entrenamiento en USA donde no se dijera que en los egos y tradiciones está la principal resistencia al cambio, por ello se nos recordaba permanentemente que las personas son el centro, que salvar vidas es nuestro trabajo, que nos debemos a los ciudadanos, que debemos hacer siempre lo correcto aunque eso implique tomar el camino difícil.

A Carmen Fernández no la conozco más que ustedes. Pero me cuesta criticarla. Estoy convencido de que su dolor no solo es auténtico, sino que más profundo que su propia expresión en una declaración. En lo político-técnico, tengo una sola crítica. Su error fue no desligarse de la inercia que traía ONEMI y darle el impulso de modernización que no habría evitado el 27F, pero que probablemente habría permitido una mejor gestión.

Siempre estuvimos contentos con la renoleta del 70 incluso cuando ya era el 2000, y cuando tuvimos que hacerla andar en la carretera a 120 km/hr ya sabemos que pasó, y que ha seguido pasando después.

Luego del 27F no ha sido diferente a lo que les señalo, con más exposición pública, pero donde las resistencias no cesan.Una resistencia que además es menos pasiva ante las críticas, porque ahora la amenaza del cambio está a la vuelta de la esquina, aunque durante 6 años el sistema no ha variado en sus bases fundamentales.

Los dos primeros años pos 27F la discusión estuvo centrada en buscar culpables. En esos tiempos pocos se atrevían a cuestionar al gobierno y sus intentos por establecer una nueva institucionalidad. La administración de ONEMI se había transformado en intocable, en cierta forma siempre lo ha sido y no necesariamente por su relevancia en el aparataje estatal, al punto que la soberbia regresó en gloria y majestad con la ONEMI 2.0, que al poco andar terminaba siendo una de las instituciones peor evaluadas del gobierno, algo extremadamente complejo cuando se trata de una institución de seguridad pública.

Al poco andar las únicas autoridades que escucharon los argumentos que la Presidenta Bachelet no era responsable, sino que se debía asumir que el sistema y modelo de gestión de emergencias estaba obsoleto, fueron unos pocos diputados, que con su trabajo y el tiempo permitió, entre otras cosas, transparentar que en el proyecto de “nuevo sistema de emergencias” lo único novedoso era el nombre, pues replicaba el modelo histórico, y con ello generar la oposición necesaria a un mal proyecto. Fue ahí donde el Presidente Piñera también fue víctima y responsable de la comodidad y de las resistencias al cambio.

Hoy nadie se opone abiertamente a los argumentos sobre la obsolescencia del sistema de emergencias, ni siquiera la derecha que defendió un proyecto que replicaba el modelo. De hecho, el actual gobierno hizo cambios radicales en el proyecto de ley de nueva institucionalidad en discusión en el Senado, que aunque requiere algunas mejoras importantes, ha sido un avance real y menos cosmético.

La Presidenta Bachelet hace en su Mensaje introductorio del proyecto alusión a los 40 años de atraso y señala claramente que ONEMI posee estructuras obsoletas. Un duro pero real reconocimiento por parte de la Presidenta, pero que nunca ha sido públicamente compartido por ONEMI cuyos directivos han tenido una tibia participación en la defensa de la modificación del proyecto, y una activa participación en la resistencia a las modificaciones que se acerquen a los sistemas modernos de emergencia.

Algo absolutamente comprensible en un director que tiene el corazón dividido entre el proyecto del cual participó y defendió bajo la administración Piñera que lo designó, y la presidenta Bachelet que lo mantuvo en el cargo, pero que difícilmente tiene afinidad con la Nueva Mayoría, ex Concertación, que finalmente fue la responsable de haberse opuesto al proyecto original.

Hoy lo que dice el ex subsecretario no es cuestionado, pero tampoco es adecuadamente leído y asumido. Él fue “vocero de la precariedad del Estado”, y lo más complejo es que esa precariedad permanece. Precariedad que puede incrementar el número de víctimas, como también su dolor solo por mala gestión política y social, sin mencionar la táctica.

Lo anterior no se solucionará con una nueva ley que puede terminar siendo un esqueleto sin músculo, el cual debe empezar a desarrollarse ahora. El problema es que las ganas de no ir al gimnasio permanecen y con ello surge la pregunta ¿cuántas víctimas se requieren para que se tomen las decisiones para superar las resistencias al cambio?

Desde Facebook:

Guía de uso: Este es un espacio de libertad y por ello te pedimos aprovecharlo, para que tu opinión forme parte del debate público que día a día se da en la red. Esperamos que tus comentarios se den en un ánimo de sana convivencia y respeto, y nos reservamos el derecho de eliminar el contenido que consideremos no apropiado