De un tiempo a esta parte hemos sido testigos de cómo algunos territorios comunales han gestado prominentes líderes en el sistema político congresal con intenciones de irrumpir en el espacio nacional presidencial. Más allá de las competencias y habilidades que esas personalidades tienen para capitalizar su influencia al interior del sistema político, se encuentran una serie de variables objetivas y subjetivas que lo permiten desde el territorio local, entre ellas algunas institucionales, económicas, sociales y demográficas.
Hay dos ejemplos paradigmáticos. En Recoleta, con el alcalde Daniel Jadue, se han implementado políticas innovadoras y contra hegemónicas resistidas por el establishment como la farmacia popular, el modelo de gestión de los estacionamientos, la ordenanza que castiga el acoso callejero, etc.
La particularidad de Recoleta es su condición de popular y de menguado presupuesto municipal.
Valparaíso, en tanto, cuenta con el Alcalde Jorge Sharp, junto con su idea del Municipio Ciudadano y el reperfilamiento de la ciudad puerto como punta de lanza temprana para la configuración del Frente Amplio. Esto ha tenido la habilidad de ser referente nacional, no sólo para el jovial conglomerado, sino que también para el sistema político general.
El alcalde de Las Condes, Joaquín Lavín, hoy famoso por su proyecto inmobiliario de clase media/popular en Las Condes, ya nos demostró cómo la plataforma comunal/municipal/local sirve para proyectarse al sistema político nacional.
Casi llega a ser Presidente de la República compitiendo con Ricardo Lagos en 1999 y busca hoy su lugar para enfrentar la próxima elección nacional.
En el sector sur de la capital, Manuel José Ossandón, fue el alcalde decano por Pirque primero, de Puente Alto después y quien construyó su plataforma para irrumpir al Congreso como Senador y, posteriormente, para disputar institucional y disciplinadamente la posibilidad de ser Presidente de la República en las primarias de la derecha, colocando, además una fundamental noción en el sector sobre la Derecha Social.
Una idea que, si bien no está consolidada, es su marco referencial y proyectual dentro y fuera de su sector, la que se popularizó desde la territorialidad local puentealtina, demográficamente intensa y simbólicamente popular y periférica.
Otro ejemplo lo constituyó Puerto Montt, donde el actual Senador PS Rabindranath Quinteros, fue capaz de trascender de lo local a lo nacional, gracias a una óptima gestión territorial local, en cuanto proyecto de desarrollo, pero también político.
Si bien, Johnny Carrasco, alcalde de Pudahuel, aún no trasciende al circuito congresal, es indiscutida su ascendencia territorial y proyecto de gestión territorial innovador en seguridad pública, circunstancia que le permitió integrar la Comisión Nacional de Seguridad Pública convocada por el presidente Piñera, sin perjuicio de la crítica fundada que recibió de su partido.
Carolina Leitao, alcaldesa de Peñalolén, si bien no se proyecta aún en el circuito congresal o presidencial, apunta sus acciones a la inclusión social desde las cuestiones de vivienda transformándola en un potencial ejemplo que daría cuenta, de cómo la escala local, proyecta liderazgos nacionales.
No obstante, lo anterior no tendría mayor trascendencia en la profundización de la democracia de los espacios locales.
Hace muy poco, el Secretario Ejecutivo de la Asociación Chilena de Municipalidades, Iván Borckoski, reparaba en la disminuida financiación de los municipios para asumir una serie de responsabilidades que se les endosan desde la escala nacional sectorial, las que, teóricamente, pueden ser muy útiles para más democracia y desarrollo local, pero mera cacofonía institucional centralista, cuando se proyectan sin presupuesto nacional sectorial.
Su ejemplo en esta oportunidad, hizo referencia a la ley de plantas municipales que se supone se encuentra en ejecución. Como éstas, hay varias sectoriales más, que se traspasan sin los financiamientos que las hagan viables, empobreciendo más a la mayoría de los municipios chilenos.
Por otra parte, se comienza a discutir la Segunda Vuelta para los alcaldes, cuestión que de buenas y a primeras, desde el juego democrático/electoral local y nacional podría ser plausible de abordar, pero en contrapartida, muy poco se discute sobre la alcaldización municipal/comunal en la cual se organiza el sistema municipal nacional, herencia de la dictadura cívico - militar, institucionalizada vía Ley 18.695.
A partir de ello, se afirma desde la jerga municipal que existirían 345 Presidentes de la República que por diseño institucional consagran la perversidad del centralismo local al hacer de la figura del alcalde, sin perjuicio de la falta de recursos, un concentrador de poder que atenta contra la democracia local.
Para varios y varias, es otra expresión de la herencia de la dictadura cívico - militar, la que precisaba asegurar el control sobre los territorios donde se proyectaba el enemigo interno.
Hoy este nudo se encuentra lejos de ser abordado políticamente desde la agenda política. Ni los programas de gobiernos, ni otras agendas lo plantean.
A partir de lo anterior ¿es sano para la democracia local que los concejales tengan una tan disminuida presencia en el devenir de la gestión local, remitiéndose sólo a aprobar, rechazar, normar y fiscalizar la acción del alcalde?
¿Es suficiente que la iniciativa vecinal se circunscriba a un Consejo de la Participación Ciudadana (COSOC) sólo consultivo para la buena gestión territorial?
Qué bien que haya un Jadue, un Sharp, un Ossandón, un Lavín, un Quinteros, un Carrasco o una Leitao que busquen incidencia en el sistema político nacional… pero, qué mal que ello no se traduzca en una agenda democratizadora de la escala local, sin perjuicio de los ingentes y genuinos esfuerzos de varios alcaldes, concejales y vecinos y vecinas de la Patria.
Profundizar en esta materia, es profundizar en democracia, tolerancia y fortalecimiento de la República genuinamente ciudadana.
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