La democracia estará seriamente amenazada con esta pandemia en América Latina. Debemos estar conscientes para protegerla de los riesgos. Antes que estallara la crisis sanitaria, en cada país la democracia estaba asediada, con gobiernos, instituciones y elites deslegitimadas, mayoritario rechazo ciudadano a la desigualdad, a la violencia y a la corrupción, una economía casi estancada y protestas sociales en ascenso. La pandemia y la crisis económica agudizarán todos los problemas. Hay que estar alertas para evitar el regreso a formas autoritarias o la anomia.
¿Qué dilema acecha a los latinoamericanos? El temor y la vulnerabilidad pueden predisponer a las personas a transar libertad por seguridad. La expansión de la digitalización, el seguimiento y trazabilidad de cada persona para velar por la salud , el apoyo directo de los gobiernos a desempleados y pobres para que sobrevivan pueden abrir paso a sistemas de vigilancia y control social no conocidos.
Las fuerzas armadas que supervisan cuarentenas y toques de queda pueden tornarse habituales. Existe un riesgo de autoritarismo y de control social. Ello obliga a avanzar por otro camino.
En efecto, esta pandemia transformará nuestro sistema político económico, y abrirá oportunidades mayores para avanzar hacia formas de democracia avanzada y mayor igualdad.
Se harán viables cambios sustantivos, reformar instituciones que amplíen la participación ciudadana y el diálogo social, con empoderamiento ciudadano, acción pública que corrija desigualdades, en favor de la inclusión.
Un sistema de salud pública macizo será indispensable. El Estado deberá acrecentar sus capacidades para reducir la discriminación, para activar el crecimiento cambiando la estructura productiva, con innovación y tecnología verde. El Estado deberá elevar su capacidad de coordinación de empresas, universidades y sociedad civil para impulsar una nueva estrategia de desarrollo.
Para encarar los nuevos desafíos deberá definir y realizar reformas nacionales sustantivas, y también respaldar y promover una acción multilateral para reforzar las instancias de gobernabilidad global, y resistir la polarización China-EEUU.
Acrecentar el empoderamiento ciudadano y elevar la colaboración internacional son dos requisitos para contener el riesgo de nuevos autoritarismos.
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