Apuntes sobre la violencia

Los días que vive nuestro país torna indispensable reflexionar sobre la violencia y hacer ciertas precisiones sobre ella, que se escucha poco en los medios. 

Son dos las principales formas de violencia que vivimos hoy, la violencia represiva y la violencia institucionalizada. 

Sobre la primera, hay suficiente documentación que permite conocer de la represión brutal e “irracional” de los cuerpos policiales - aún cuando tengo la convicción que corresponde a una política de Estado y tiene una racionalidad, infundir terror para desmovilizar - a miles de chilenos/as que buscan expresar sus reivindicaciones pacíficamente. 

Las sistemáticas violaciones a los derechos humanos de los cuerpos policiales, son amparadas por las autoridades políticas y por el alto mando de Carabineros, que felicita públicamente a sus uniformados, por su actuar. 

Quienes participamos en manifestaciones sabemos que éstas son esencialmente pacíficas, sabemos también que las fuerzas policiales se despreocupan de los vándalos y delincuentes, sería bueno no olvidar tan rápidamente los múltiples registros gráficos que existen donde se ven a carabineros haciéndose parte de los saqueos y desmanes, tolerando el actuar de minorías que causan daños a la propiedad pública y privada,  y se concentran en  reprimir a las grandes masas que se manifiestan en paz. 

La segunda, es una violencia institucional, que es causa y fuente de todas las otras formas de violencia. 

Un ejemplo de ella es una información económica que da cuenta del estado de situación del sistema financiero. “La banca chilena obtuvo utilidades por 2.756 millones de dólares, algo así como 2.006.981 millones de pesos, en el tercer trimestre (julio-septiembre) de este año, informó este martes la Comisión para el Mercado Financiero (CMF). Las utilidades de la banca tuvieron un alza de 12 por ciento en septiembre respecto al mes anterior…” 

Casi un insulto a la miseria de muchos y esto porque, desde hace algunas décadas, nuestros " sabios " economistas parecen haber descubierto en el neoliberalismo la fórmula mágica, que posee la capacidad de otorgar felicidad, prosperidad y bienestar, a todos aquellos que la ponen en práctica.

Algunos de los componentes de esta “mágica” fórmula.

La libertad, derecho fundamental e inalienable de toda persona que se traduce, básicamente, en la facultad de poder elegir qué bienes consumir, donde trabajar, donde estudiar, donde atender las necesidades de salud frente a las inmensidad de ofertas de la sociedad.

La competencia, que supuestamente extrae lo mejor de cada uno, ya que intentando superar al otro, la persona logra mejorarse a si misma, y este proceso, multiplicado en millones de hombres, hace que la humanidad avance en forma constante.

El mercado, que por obra y gracia de los usos y costumbres modernos, ha dejado de ser el sitio de encuentro donde hombres y mujeres concurren cotidianamente para obtener lo necesario para vivir, para pasar a ser el  “el templo" donde concurren los ciudadanos, día a día, para realizar transacciones y ascender en la escala social.

Y el consumo que,  nos permite acceder a bienes siempre nuevos y resplandecientes, a través de la riqueza que logramos acumular, gracias a nuestra " capacidad ", en la libre competencia con nuestros semejantes.

Ahora bien, luego de décadas de haberse puesto en práctica esta " mágica receta " no es necesario tener una gran lucidez intelectual para concluir que cada vez son menos los que acumulan riquezas, y tienen la posibilidad de consumir los bienes y servicios necesarios para mejorar su calidad de vida y, en forma paralela, cada vez son más quienes, con suerte, reciben las migajas del gran banquete que disfrutan unos pocos.

Así mismo, resulta alarmante la postura de aquellos que pretenden que no existe relación alguna entre las situaciones de pobreza e injusticia social, creadas por el neoliberalismo, y la violencia,  que tienden a reducir el espacio de ésta sólo a actos explícitos como romper bienes públicos y o privados, o tirar piedras, como si ella no tuviesen relación con las estructuras sociales y no fuera allí donde se encuentra el germen de todas las otras formas de violencia. 

Por estas razones, sabemos que la primera violencia está en una sociedad en la que existe una escandalosa y devastadora brecha entre ricos y pobres y que la obscena acumulación de riquezas, que ostentan unos pocos en nuestras comunidades, contradice  una sociedad justa y la violenta.

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