El cambio a las metodologías de cálculo que realizó el Banco Mundial (BM) en función de perjudicar la posición de Chile en los rankings sobre competitividad empresarial, es una más de las artimañas que ha utilizado la derecha para mostrar más eficiencia que la Nueva Mayoría.
Recordado es el bochorno del Gobierno de Piñera cuando anunció que la pobreza había bajado un 0,7% respecto de la medición anterior, correspondiente al año 2009, disminución que se produjo sólo en las estadísticas, para llegar a ese anuncio cambiaron la metodología. Una de las consecuencias fue que la Cepal decidiera no trabajar con los representantes de la Nueva Forma de Gobernar.
Otra de las correrías de esa administración fue la manipulación de las cifras de la Encuesta Nacional Urbana de Seguridad Ciudadana (Enusc), que aplica la Subsecretaría de Prevención del Delito, cuyo resultado indicaba que la delincuencia había bajado de un 32 a un 24“%, lo que no informó el gobierno es que para llegar a esa auspiciosa cifra, el 2011 se habían cambiado los parámetros de medición.
Los ejemplos citados permiten apreciar que la derecha tiene un andar ético reñido con la gente, con su bienestar, sus libertades y su libre determinación, también permiten cuestionar al centro y a la izquierda política, no por sus desplazamientos éticos, los cuales no siempre han estado a la altura de las ideas, sino por su incapacidad de contrarrestar el modo de concebir el quehacer político.
Los conglomerados de centro izquierda, en las últimas elecciones presidenciales, no lograron salir del engaño de la derecha, manteniéndose en los temas relevados por su único verdadero adversario, Sebastián Piñera. El miedo, a través de sus múltiples formas: la seguridad, la incertidumbre laboral, el aumento de la pobreza, el riesgo a los inversionistas, fueron algunos de los contenidos que impusieron los medios de comunicación y los agentes de la derecha que los manejan y de ahí no se logró apartar el discurso del centro y de la izquierda.
En ese contexto, dos botones de muestra. En cultura, a la propuesta de la Fuerza de Mayoría se impuso de manera vertical, la idea de que la cultura tenía que aportar al PIB y desde ahí se estructuraban una serie de acciones que, supuestamente, tributarían al desarrollo económico.
El otro capullo, lo presentó el Frente Amplio al destacar que su programa de gobierno estaba “financiado”, ocultándose el horizonte utópico que el naciente conglomerado debió visibilizar, en función de asegurar responsabilidad fiscal.
Se puede desprender que los ejes programáticos fueron valorizados y visados por economistas que totalizaban las propuestas, dirimiendo su factibilidad de acuerdo al crecimiento y las múltiples ecuaciones que determinan el sistema económico, desestimando las cualidades sociales que toda proposición debiese tener.
Finalmente, la elección presidencial dejó pocas ideas y un sólo criterio de sustentabilidad basado en lo económico y lo económico, validado por referentes que están a favor de los principios que dan soporte al modelo neoliberal.
La denuncia que involucra al Banco Mundial es un hecho lamentable que no debería sorprender, ya que implica a una institución política/técnica que adscribe y mantiene una opción política, cuyas orientaciones y estadísticas, la centroizquierda debiese considerar, cuidando no transformarlas en el núcleo orientador de sus propuestas.
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