Binominal, mayorías y nueva Constitución

La democracia se funda en el gobierno de la mayoría.En su modalidad representativa, los principales poderes del Estado son ocupados por mandatarios del pueblo.De allí que el sistema electoral que permita nominarlos sea muy relevante.

En la experiencia mundial, éstos se construyen buscando uno de dos principios: o son proporcionales y persiguen expresar lo más cabalmente el sentir de la opinión pública o son mayoritarios y apuntan a conformar una mayoría sólida y estable.

El régimen binominal nuestro es una curiosidad porque no responde a ninguno de estos fines.No expresa fielmente la soberanía popular ni procura conseguir una mayoría sólida. Por el contrario, premia a la minoría que con sólo un 33.4 % de los votos se asegura la mitad de los parlamentarios, bloqueando a la mayoría.

Su establecimiento sólo se entiende en el marco de la pos dictadura, como uno de los múltiples resguardos para proteger a la democracia de la propia soberanía popular.

En los últimos días, primero Renovación Nacional y la Concertación y luego el Gobierno han anunciado iniciativas legales que apuntan a modificarlo. En líneas generales, en el primer caso, se mantiene la forma de elección de los actuales senadores y se crean una nueva circunscripción para Arica y ocho senadores de elección nacional.

En la Cámara de Diputados se sube de 120 a 150 sus miembros, reduciendo de 60 a 28 los distritos, que elegirían entre 3 y 8 diputados. La proposición del Ejecutivo, por su parte, refunde las regiones que actualmente tienen dos circunscripciones, las que elegirían ahora cuatro senadores. En la Cámara de Diputados, se mantienen los 120 diputados, pero se reducen a 30 los distritos, eligiendo 2, 4 o 6 parlamentarios.

¿Qué podemos decir a favor de estas propuestas? En lo sustantivo, que avanzan, aunque muy tímidamente, para que se pueda romper el empate y se exprese una mayoría.

¿Y cuáles son los problemas?

Primero, en la práctica, el binominal se mantiene vigente. En la propuesta RN - Concertación porque el Senado continuará eligiéndose bajo un sistema binominal.En la alternativa del Gobierno porque tener distritos o circunscripciones con un número par de elegidos y con un máximo de 6 parlamentarios posibilita que una minoría que obtenga aproximadamente un 40% de los votos elije la mitad del Congreso.Ello no será difícil toda vez que los distritos o circunscripciones aumentan de tamaño.

Segundo, el sistema sigue siendo cerrado, sin suficiente espacio para nuevos partidos o movimientos. Los umbrales para la elección siguen siendo muy altos. Para elegir un parlamentario en lista nacional o en los distritos de mayor tamaño del proyecto RN-Concertación se requerirá aproximadamente un 12% de los votos. En la iniciativa del Gobierno, en el mejor de los casos, cuando se elijan 6 diputados, se requerirá algo más de un 15% de los sufragios.

Tercero. Se rompe el empate, pero en nuestro sistema la simple mayoría sirve de poco. Nuestra institucionalidad posee amarras para muchos cambios, siendo el principal los altos quórum exigidos para legislar en materias relevantes. Con cualquiera de las dos propuestas, obtener 4/7, 3/5 o 2/3 del Congreso Nacional seguirá siendo muy difícil.

Por tanto, debemos entender estas propuestas como un aporte inicial para terminar con esta bomba de tiempo al funcionamiento de la democracia.

Sin embargo, son insuficientes. Se requieren muchos mejoramientos para que realmente permitan reflejar cabalmente el sentir de la ciudadanía: expresar cabalmente la mayoría y abrir espacios a nuevos grupos y movimientos.

Asimismo, no debemos olvidar que el fin del binominal es sólo un aspecto del cambio constitucional que queremos.

Introducir un mecanismo de elección más representativo no atenúa la exigencia de una nueva Carta Fundamental, deseablemente discutida del modo más participativo posible, como mediante una Asamblea Constituyente, que avance en materias tales como ampliar la participación y terminar con amarras como los quórums, reconocer a los pueblos originarios, resguardar nuestras riquezas básicas, como el cobre y el agua; consagrar un mayor rol del estado en la economía y garantizar la provisión de servicios básicos, como educación y salud.

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