Cadem: Pinochet, impunidad y la construcción de la "chilenidad"

El Estudio 5C de Chilenidad 2025 de Cadem arrojó un resultado de alto interés para el análisis político e histórico: Augusto Pinochet se ubicó en el segundo lugar entre las figuras históricas más admiradas del país, con 10% de menciones, empatando con Sebastián Piñera y solo detrás de Arturo Prat y Gabriela Mistral (12%). Este dato adquiere mayor relevancia si se considera que en 2024, por primera vez, Pinochet ingresó a este ranking con aproximadamente 7% de adhesión(1).

La inclusión y posterior consolidación de Pinochet en esta categoría plantea interrogantes de fondo sobre la memoria histórica y la definición de "chilenidad". Tradicionalmente, este concepto se ha asociado con valores como la valentía, la justicia social, la creatividad cultural o el servicio público, encarnados en figuras como Arturo Prat, Gabriela Mistral o el padre Alberto Hurtado. La emergencia de un dictador en esa nómina tensiona, por tanto, las coordenadas de lo que se considera representativo de la identidad nacional.

Desde el punto de vista histórico, la dictadura de Pinochet (1973-1990) ha sido ampliamente documentada en términos de violaciones sistemáticas a los derechos humanos. El Informe Rettig (Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación, 1991) acreditó más de 3.000 casos de ejecuciones políticas y desapariciones forzadas(2), mientras que el Informe Valech (Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura, 2004) registró más de 28.000 víctimas de tortura y prisión política(3). Estos antecedentes configuran un cuadro de responsabilidad política y penal que, en gran medida, permaneció sin sanción judicial efectiva.

A ello se suma el Caso Riggs, investigado a partir de 2004, que develó el uso de cuentas secretas en el extranjero, operaciones financieras fraudulentas y el enriquecimiento ilícito de Pinochet y su círculo familiar. El Consejo de Defensa del Estado estableció que el exgeneral acumuló más de 26 millones de dólares de origen no justificado(4), lo que evidencia una dimensión de corrupción y apropiación indebida del patrimonio público.

El concepto de impunidad resulta aquí una categoría analítica pertinente. Pinochet murió sin condena penal, y su familia se benefició de fortunas acumuladas al margen de la ley. La impunidad opera, entonces, como metáfora y como realidad: en el ámbito judicial, en el político y en el cultural. La falta de consenso en torno a su figura se refleja, además, en declaraciones recientes de candidatos presidenciales que relativizan o justifican aspectos del régimen militar:

  • Evelyn Matthei sostuvo en Radio Agricultura que el golpe de Estado de 1973 "era necesario. Si no, nos íbamos derechito a Cuba. No había otra alternativa", agregando que "probablemente al principio, en 1973 y 1974, era bien inevitable que hubiese muertos, porque estábamos en una guerra civil"(5)
  • José Antonio Kast, en entrevista con T13, reconoció haberse reunido con Miguel Krassnoff -condenado por múltiples crímenes de lesa humanidad como parte de la DINA-, señalando que "viéndolo, no creo todas las cosas que se dicen de él"(6)
  • Johannes Kaiser, en el programa "De Frente" de Mega, afirmó que "sin duda, absolutamente" apoyaría un nuevo golpe de Estado en caso de repetirse circunstancias similares a las de 1973, y que aceptaría "con todas las consecuencias, lamentablemente", las violaciones a los derechos humanos que ello implicaría(7)

La irrupción de Pinochet en los rankings de admiración histórica no puede leerse como un dato anecdótico. Más bien, es un indicador de que la "chilenidad" continúa siendo un terreno de disputa simbólica, donde se enfrentan visiones contrapuestas: una que valora la estabilidad económica y el orden asociado a su gobierno -aunque cabe problematizar si dicho crecimiento fue equitativo o si, en la práctica, la riqueza se concentró en determinados grupos económicos- y otra que recuerda los costos humanos, éticos y democráticos de la dictadura.

En esa tensión, lo que está en juego es la capacidad de la sociedad chilena de construir un relato nacional que reconozca críticamente su pasado, evitando que la impunidad se normalice como parte constitutiva de la identidad. Si la "chilenidad" ha de proyectarse como un horizonte común, esta debe sostenerse en la memoria, la justicia y la democracia, y no en la aceptación acrítica de un legado autoritario.

(1) Cadem (2025). Estudio 5C de Chilenidad 2025. Disponible en: cadem.cl
(2) Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación (1991). Informe Rettig. Gobierno de Chile
(3) Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura (2004). Informe Valech. Gobierno de Chile
(4) Consejo de Defensa del Estado (2005). Informe Caso Riggs
(5) Radio Agricultura (2023). Entrevista a Evelyn Matthei
(6) T13 (2023). Entrevista a José Antonio Kast
(7) Mega, Programa De Frente (2023). Entrevista a Johannes Kaiser

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