Por fin es viernes

El título de esta columna es el eco de miles de publicaciones que vemos cada semana en los diversos perfiles de las distintas redes sociales. La pregunta que surge es si decimos "por fin es viernes" porque, opción a: queremos tener un merecido descanso que nos permita recobrar fuerzas y así volver el lunes con más vitalidad y entusiasmo; u opción b: para escapar del calvario que es mi trabajo y que solo estoy ahí, soportando a mi jefe y colegas, porque me pagan y necesito dinero para vivir.

Siguiendo el mismo "método de investigación", podríamos suponer que es la opción b la que se impone, de lo contrario no se explicaría que los mismos perfiles, tres días después, publiquen: "En serio de nuevo es lunes".

Más allá de lo jocoso que pueda resultar este sutil análisis social, con el cual, seguramente se han sentido identificados, el trasfondo del asunto resulta un poco más complejo y dice relación al deterioro de la salud mental.

El 69% de los chilenos cree que la salud mental es el principal problema en el país, percepción que nos ubica en el primer lugar mundial. Resorte de lo anterior es que el 72% de las enfermedades profesionales denunciadas en nuestro país son por trastornos de salud mental.

Duras cifras de las cuales los tomadores de decisiones son conscientes; por eso son cada vez más comunes que en nuestros lugares de trabajo se realicen actividades como el yoga de la risa, las pausas activas, el baile entretenido, las charlas motivacionales, entre muchas otras, todas ellas destinadas a distraernos del "calvario" que significa trabajar.

La distracción, también llamada "cambio atencional", es una poderosa herramienta de regulación emocional, que nos ayuda a bajar la intensidad y disminuir la duración de una emoción que nos puede estar haciendo daño; con ella, logramos "olvidar" de momento aquel evento o situación que nos "incomodó", para detenernos un poco, respirar profundo, calmarnos y seguir.

Seguramente por eso decimos con fuerza: "Por fin es viernes", pues en ese día, en el término de ese día, vemos la esperanza de olvidar, aunque sea por un rato, el trabajo que no me gusta, el jefe tóxico, el sueldo miserable, y nos vamos de fiesta, "de copas", pues nos lo merecemos, para eso trabajamos, necesitamos olvidarnos, borrarnos, aunque al otro día andemos con "caña"; total, "lo comido y lo bailado no me lo quita nadie" y volvemos a minimizar y a poner en humor nuestra salud mental.

Y así, entramos en un círculo vicioso para poder funcionar, y cuando la distracción ya no es suficiente, comenzamos a tomar pastillas para dormir (clonazepam) y otras para despertar (venlafaxina) y nos volvemos adictos a la distracción: con fiestas, alcohol, drogas y/o remedios, nos volvemos adictos a no hacernos cargo de lo que nos está sucediendo, hasta que el cuerpo revienta, de diversas maneras.

"Qué columna de opinión más triste y desesperanzadora". Así es, dura realidad estamos viviendo en nuestro país; pasamos de consumir 46,5 dosis diarias de antidepresivos cada mil habitantes en el 2015 a 94,3 en el 2022. Y así seguimos funcionando, en piloto automático, y somos infelices y hacemos infelices a los nuestros.

¿Qué hacemos? En el Reino Unido crearon el "Ministerio de la Soledad", pues descubrieron que ella estaba matando a sus habitantes y, junto a ello, a los "recetadores sociales", profesionales que recetan asistir a grupos de cultura, música, deporte, etc., los cuales son financiados por el gobierno con el propósito de que nadie esté solo.

Pero eso es en el Reino Unido; acá en Chile, no sabemos, pues poco y nada diagnosticamos y menos invertimos... poco y nada dicen los programas de la y el candidato al respecto.

¿Estamos condenados entonces? Vivimos esperando la hora de salida para ser felices, el viernes para ser felices, mientras resistimos toda la semana, porque alguien nos dijo que somos "resilientes".

Vivimos aguantando los malos tratos, las injusticias, la desmotivación, porque debemos dar las gracias de tener trabajo, con tanta cesantía y pobreza. Vivimos distrayéndonos, creyendo todo lo que nos dicen, aceptando migajas a cambio de un trabajo y seguridad, y nos volvemos individualistas y seres indiferentes.

"Nos hablaron una vez cuando niños, cuando la vida se muestra entera, que el futuro, que cuando grandes, ahí murieron ya los momentos, sembraron así sus semillas y tuvimos miedo, temblamos y en eso se nos fue la vida"

Sí, estamos condenados a menos que dejemos de creer que estamos obligados a resistir y comencemos a cuestionar cual es el sentido y propósito de nuestras vidas, que les adelanto no es el dinero ni los logros... de lo contrario, estamos destinados a seguir corriendo como hámster dentro de la rueda.

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