Una regla básica en cualquier deporte competitivo consiste en que los vencidos respetan el triunfo y esperan a la próxima partida para intentar ganar. Un equipo o un jugador que amenazan con la violencia ante la eventualidad de una derrota son malos perdedores con una clara actitud antideportiva. Son simplemente unos tramposos y delincuentes.
Al igual que en los deportes, un canon de la democracia representativa y pluralista es que nadie puede amenazar con la violencia o el desmadre ante una eventual derrota electoral. Por el contrario, quien pierde una elección debe respetar las reglas del juego y esperar a la próxima elección para desafiar a los vencedores.
Obviamente el triunfo electoral tampoco hace a los vencedores dueños del electorado, de la mayoría ni del sistema. Por tanto, estos deben respetar las normas y límites que se les imponen en cuanto a plazos y potestades, realizando elecciones libres, abiertas y competitivas cuando corresponda para reiniciar la disputa electoral. Por eso los sistemas de partido único, contrario a lo que cree Jeannette Jara, no son democracias porque no permiten una verdadera competencia en ningún sentido.
Así como frente al chantaje deportivo ya no hablamos de deporte sino de actitud matonesca y antideportiva, lo mismo sucede a nivel político. Quienes amenazan con alterar la paz social según quien resulte electo presidente, expresan una actitud incivil y antidemocrática. Son unos matones chantajistas antidemocráticos.
La sociedad no debe permitir ni dejarse someter bajo las amenazas de los matones, ya sea en el deporte o en la política. Hacerlo, lo hemos visto en el deporte, significa permitir desvirtuar dichas actividades bajo la impronta del violentismo de sujetos que se creen dueños de un equipo, de un deporte o de la política y la democracia.
En términos políticos, permitir que la paz social se vea condicionada según quien resulte electo presidente, significa permitir que sectarios fanáticos impongan su voluntarismo violento, al modo de los mafiosos, por sobre la libre decisión de los ciudadanos.
Los ciudadanos no debemos permitir que ni la democracia ni los deportes terminen bajo el chantaje de grupos que actúan como hooligans y pandilleros.
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