Comprometidos hasta la médula, no hasta la directiva

Run Run se fue pa'l norte, otros pa'l sur. Cuando Jeannette Jara hizo frente a Lautaro Carmona, diciendo que él y Jadue habían mostrado "falta de fraternidad", puso una prueba muy exigente a su partido. Se trataba de saber si el PC podía pasar el test de un emplazamiento público respecto de un tema que involucraba la convivencia interna del partido, y de un debate político abierto, asumido como tal por la conducción partidaria.

Puede que esta situación pase desapercibida en medio de una campaña presidencial donde las polémicas sobre múltiples temas son el pan de cada día. Pero no se trataba de un debate del montón, sino uno de crucial importancia.
El PC ha sobrevivido a persecuciones desde su nacimiento, pero también ha superado la desaparición de su principal referente histórico, la URSS, y a la ausencia de un proyecto de sociedad perfecta que se esfumó junto a la Guerra Fría.

Si ha podido superar tantos embates es porque ha adquirido una personalidad política distintiva, una sólida raigambre cultural que se ha mostrado más fuerte que las razones ideológicas esgrimidas para justificar su existencia. De modo que proteger un modo de ser enraizado en la tradición es lo que le permite seguir existiendo como colectivo. Eso lo puede hacer muy propenso al conservadurismo. No hay que confundir, sin embargo, la tradición con la mera costumbre. La tradición define a un actor político en lo medular, mientras que la costumbre se puede justificar simplemente porque "así se ha hecho siempre".

En estos días, actuar con transparencia se ha convertido en un valor ampliamente reconocido. Y un partido debe acostumbrarse a actuar en un nuevo escenario. Es lo que se ponía a prueba ahora. Lautaro Carmona se tomó su tiempo para responder, y cuando lo hizo no dio con la fórmula para replicar a una militante empoderada que cuestionaba su comportamiento. Fue una evasiva en toda regla.

No respondió al emplazamiento directo con igual determinación. De lo que habló fue de muchas otras cosas, ninguna de las cuales está en discusión ni puede estarlo. Dijo que la prioridad era enfrentar a la derecha, que los militantes del PC en el comando estaban comprometidos hasta la médula y que la candidata presidencial lo era de un sector y no sólo de su partido. El compromiso es hasta la médula, no hasta la directiva. Jara identificó problemas que involucraban a Carmona y Carmona identificó consensos en los que su responsabilidad personal quedaba mimetizada entre la de muchos otros. Dicho en corto: fracasó en dar una respuesta adecuada y da la impresión de que esto ocurre por algo que trasciende la capacidad personal.

Somos revolucionarios, pero no exageremos

El PC es partidario de la revolución, pero para fuera, no dentro del partido. Si el presidente del partido hubiera respondido el emplazamiento de Jara, contestando abiertamente por los medios, hubiera dado un paso que no tenía retroceso.

¿De qué forma se comportaban de allí en adelante las bases del PC si se rompía por ambos lados el tabú de la reserva? Nadie lo sabe y por eso nadie se metió. El caso es que los comunistas son ordenados hasta cuando se desordenan, así que, como corresponde a un movimiento internacional, se hicieron los suecos, una costumbre por lo demás muy nacional.

Sin embargo, lo que se ha producido es un retraso, no una superación del problema. Uno no se imagina a Lenin haciéndose el leso. Stalin no hubiera hecho desaparecer el problema, pero sí al aproblemado, pero estamos en otros tiempos. La situación no cambiará porque la campaña presidencial hará todo lo posible por ganar posiciones y mejorar sus opciones de triunfo y eso requiere hacer un giro programático y de campaña hacia la moderación y el pragmatismo. Si el PC quiere mantener o aumentar su presencia parlamentaria tiene que mostrarse como una opción reconocible para sus electores. Ambos objetivos colisionan, no hay caso.

Una solución de compromiso, un acuerdo pactado de mantención de diferencias mutuas acordadas es teóricamente posible, pero humanamente inviable. Nadie dijo que las partes carezcan de sentimientos y la fraternidad no es lo predominante.

La puerta quedó entreabierta

No cabe duda de que la mayor parte del PC se siente incómodo estando en el gobierno. Defender en las organizaciones sociales las posturas asumidas por la administración de turno no hace fácil la representación de los intereses que los comunistas quieren liderar. En realidad, han ido perdiendo posiciones en su mundo de origen, y recuperar terreno no será una tarea sencilla. Además, "entrar" a un gobierno no es algo que se haga como un solo bloque. Solo algunos son los privilegiados, mientras que los demás se quedan donde mismo pagando las consecuencias.

De modo que hay una especie de nostalgia por las posiciones en que se puede hacer frente a los poderosos sin tener que convivir con ellos. Así que, si se realizan los pronósticos más frecuentes, se acerca el día de la vuelta a casa. Atravesar esta puerta y dejarla abierta es más fácil que volver a cerrarla. Apenas se concrete el anhelado regreso "al pueblo", para muchos empezaría la nostalgia al revés. Los palacios son difíciles de olvidar y tomar decisiones más todavía.

Ahora el conflicto se da en un espacio abierto. Jeannette Jara se puede ir de gira por el país si Carmona se pone a cultivar la buena relación con la militancia y la protección privilegiada de las candidaturas parlamentarias del partido. Pero después todos convivirán en un mismo espacio, pequeño, cerrado, autoreferido, más pequeño que nunca cuando se viene de horizontes abiertos. Una cosa es enojarse con alguien y otra es quedarse atrapado en el mismo ascensor.

El PC ya no volverá a ser el mismo porque tampoco ninguno de sus protagonistas lo ha seguido siendo. Enfrentar su generación de reemplazo y ganarle no puede ser considerado un éxito para nadie. Si los que tienen el poder son desplazados, la modificación de la línea política puede ser demasiado rápida para muchos.

Sin ánimo de ofender a ningún país comunista, están en un zapato chino. Imponer la disciplina de la mayoría es más fácil y rápido, pero sería más una solución de superficie que de fondo. Pactar una convivencia basada más en la utilidad que en el cariño es posible, aunque nadie sabe hasta cuándo.

El desenlace llegará aunque se demore, pero los demás no podemos decir nada al respecto porque si hay algo que no le gusta a ningún comunista, sea chapado a la antigua o muy moderno, es que otros opinen de su partido.

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