Con la candidata me basta

Previo a la Junta Nacional, un grupo de destacados militantes del PDC ha dado a conocer un manifiesto público, por medio del cual se propone la realización de un plebiscito, en marzo, para decidir “si vamos o no a la primera vuelta de la elección presidencial con una candidata o candidato propio, o si vamos con nuestra candidato o candidata a una primaria”. Esto se justifica por la intuición de que “quizás 22 años sin presidir un gobierno, el paso exponencial del tiempo, nos hará irrelevantes”.

Para juzgar esta iniciativa hay que identificar los objetivos estratégicos que tiene la Democracia Cristiana para la etapa que se abre. Para mí es obvio que lo que debe procurar la Falange es conseguir el mejor desempeño posible en todas las elecciones que vienen por delante este año. Es decir, debe ofrecer una candidata presidencial con aceptación pública y con un programa sólido; debe ratificar su fuerte representación parlamentaria y, predominar en representación de consejeros regionales (y gobernadores regionales, si se aprueba la elección de intendentes).

Si falla en algunos de estos tres desafíos, la DC no superará la mayor prueba política en lo que va de la década. Ahora bien, las condiciones para tener éxito simultáneo en estas grandes tareas son dos: entretenerse lo menos posible en convencer convencidos, dentro de las cuatro paredes partidarias y acordar un camino conjunto con los partidos de la coalición de centroizquierda. El que se aísla pierde.

En vista de lo anterior, se puede decir que la iniciativa presentada es redundante, significa un retroceso y es contraproducente.

Es redundante. No se puede dudar que el único resultado esperable de un plebiscito hecho por demócrata cristianos para demócratas cristianos, es que sería bueno llevar al abanderado (abanderada en este caso) hasta el final. Es una pérdida de tiempo para justificar un resultado predicho. Y como este es el secreto peor guardado de la historia, todos sabrán desde el inicio que es así y se prepararán, desde ahora, a este resultado que no necesita de tarotista para ser anticipado.

El problema es que una vez hecho el plebiscito ya no queda nada por hacer. No importa lo que se vislumbre en el porvenir. No importa que esto te aísle. No importa que te separe de la coalición, ya no queda más que seguir adelante. Es decir, la política es reemplazada por el piloto automático.

La convocatoria a un plebiscito es un retroceso. Deja en suspenso a Carolina Goic y la debilita, puesto que el manifiesto al que menciono abre un debate ya zanjado al señalar que “por cierto apoyaremos con entusiasmo, otro liderazgo que también tenga una proyección nacional valiosa”. La idea es salir con más certezas, no con más dudas de la Junta.

La apuesta fundamental de la Democracia Cristiana no ha de ser un procedimiento sino el respaldo a un liderazgo que ya ganó su sitial. El paso de un liderazgo partidario plenamente legitimado a un liderazgo presidencial no se ha dado aún y tiene que producirse en la Junta Nacional del PDC. Esto no es una obviedad sino que hay que saber hacerlo, asegurando apoyo interno y externo.

No se puede convocar a una Junta Nacional recién electa para decirle que otra instancia es la que tiene que resolver un tema fundamental, y que ya pueden volver a sus labores habituales.

La medida propuesta es contraproducente. La Democracia Cristiana tiene pleno derecho a explorar sus posibilidades presidenciales, presentando candidata y un programa en sintonía con las demandas ciudadanas. Explorar significa evaluar respecto de la recepción recibida a sus presentaciones públicas. Y eso es lo malo, lo muy malo de la idea del plebiscito.

Terminar con el declive electoral no se consigue reduciendo la representación parlamentaria a un tercio de la actual, simplemente porque no se tuvo la sensatez de cuidar el pacto de coalición, donde con la votación que se tiene el PDC consigue elegir un gran número de diputados y senadores.

¿O hay alguien tan ingenuo que espere que los demás nos van a recibir con los brazos abiertos en acuerdo parlamentario, cuando por anticipado le acabamos de dar un portazo en las narices en la presidencial? ¿Hay alguien que crea bueno unir a los partidos de centroizquierda en una misma lista, sin la DC?

La frustración no es buena guía. No existe ningún pase mágico para recuperarse de un declive electoral en un puro acto. No se puede tratar de enmendar decenas de batallas en una sola. Nada reemplaza el sostenido esfuerzo de regeneración política, que incluye renovación dirigencial, liderazgo en las propuestas, perfil ético reconocido en ideas y actitudes, dar amplio cauce a la presencia de mujeres y jóvenes, atender a la fraternidad interna, modernizar la organización y presentar un partido de puertas abiertas a la ciudadanía.

¿Estamos favoreciendo una candidatura con esta medida? No. Le estaríamos diciendo a la misma base que acaba de elegir a Goic como su líder, que tiene que volver a votar para saber quién es su líder. Es absurdo.

¿Estamos dando solo señales positivas con este paso? No. Estamos diciendo a los socios de coalición que nuestras preocupaciones no incluyen la permanencia de una centroizquierda unida.

¿Vale la pena enfrentar un mal (el declive) cayendo en otro igualmente mortal (el voluntarismo)? No. La solución es escoger la ruta adecuada, no apostar de una sola vez al todo o nada. Porque la nada está más cerca que el todo.

Obligarse desde ahora a llegar a primera vuelta no asegura el triunfo de la candidata DC, pero si asegura la desaparición de la centroizquierda como coalición. Sacar las castañas con la mano de un plebiscito me parece mal en la forma y en el fondo. No se me ocurre pensar que esta sea la intención de quienes firman el manifiesto aludido, pero no tengo ninguna duda que ese sería el efecto que tendría implementarlo.

La que debe dirigir la campaña es la candidata, y no una decisión inicial que cambia el centro de atención y las condiciones básicas en que se da la campaña misma. Si todo sale bien, el fin de semana la noticia será que Carolina Goic fue proclamada como candidata presidencial de su partido. Si todo sale mal, la noticia será que la DC cuestiona a la coalición de la que forma parte, que llegará a todo evento a primera vuelta, y nos encuentre el lunes defendiendo una posición insostenible. A mí me basta con tener candidata.

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