Crisis sanitaria, ¿somos todos responsables?

No.  No somos todos responsables.  El cambio de relato de este gobierno, permanece en el imaginario colectivo de la guerra contra un enemigo implacable, con llamados a la unidad bajo el mando de un General en jefe que, al parecer, sería el ministro de Salud, pero que una vez más intenta deslindar su propia responsabilidad en otros. 

Ahora afirman que parte de la responsabilidad recae en la ciudadanía, que llevada por una falta de confianza en la autoridad, no ha asumido con seriedad las directrices del gobierno y aunque pueda ser medianamente cierto, tratar de empatar no es aceptable.

Tanta desfachatez no cabe en una columna de opinión.  

Aunque parezca un mal chiste, hoy quienes le plantearon a la ciudadanía que el virus podía mutar en buena persona, que la vacuna más importante era el amor…

Aseguraron, con una certeza digna de envidia que quien pasaba de 14 días se volvía inmune y que incluso le entregarían un Carnet COVID, que buscar los asintomáticos no era relevante, que fue un error suspender las clases. Ellos, sí ellos, nos piden unidad y plantean que responsables somos todos.

Los mismos que afirmaron durante días que los contagiados se mantenían estables, que la curva se aplanaba, que estábamos en una meseta y que el aumento de casos se debía a un mayor número de testeos, pero que los porcentajes de positividad se mantenían estables, mintiéndoles a todo Chile…

Esos que afirmaron que la capacidad hospitalaria estaba asegurada para todos y todas y que la cuarentena total no era necesaria ni posible y que quienes la pedíamos éramos insensatos y no sabíamos lo que significaba, hoy plantean que los responsables somos todos, mientras llaman a una Cuarentena casi total ante el fracaso estrepitoso de su estrategia de cuarentenas dinámicas.

Los mismos que decían que en la RM solo podíamos mantener simultáneamente en cuarentena, en promedio hasta dos millones de personas para no paralizar la economía…

Los que se jactaban de que los llamaban de distintas partes del mundo para felicitarlos y que comunicaban, con menos tino de lo que uno espera de un gobierno serio, que el Sr. Trump, sí, el símbolo mundial del mal manejo de la pandemia, los había llamado para felicitarlos, sí a ellos.

Esos, nos tratan de hacer co-responsables, los que “idearon” la nueva normalidad y llamaron a un retorno seguro a clases, al trabajo y a los centros comerciales, a tomar café o cerveza con los amigos mientras los odiosos de siempre que no queríamos colaborar, exigíamos tomar medidas más drásticas para impedir que llegáramos a donde estamos hoy.

Sí, los mismos nos dicen hoy que somos corresponsables con ellos, porque no les creímos, ni les obedecimos de manera ciega, ni a tiempo y porque algunos nos dedicábamos supuestamente, a boicotear su trabajo.

Sencillamente resulta inaceptable, pues obviamente, es casi imposible creerle a un gobierno que no actúa con transparencia, que miente y manipula la información sin un gramo de vergüenza, que no escucha razones y que impone su visión, cueste lo que cueste, hasta que la tragedia se presenta frente a sus narices para demostrarles que fracasaron.  Y a pesar de ello siguen insistiendo que siguen llegando a tiempo.

Sí, fracasaron ellos, no la ciudadanía, a pesar de todos los avisos…

A pesar de los pronósticos de los especialistas que no eran los suyos…

A pesar de la información que provenía de los territorios y que ellos despreciaban porque solo creen en sus números y en sus deseos, mucho más que en lo que todos estábamos viendo, menos ellos, pues solo aceptan opiniones de a aquellos que les dicen los que quieren escuchar.

Solo escucharon a aquellos que les decían lo que repetían a diario en los medios de comunicación teniendo el absoluto control de la agenda y del  relato; que todas y todos nos teníamos que contagiar y que la muerte de un porcentaje, para ellos despreciable, era inevitable y que había que salir a dar tranquilidad con mensajes tan absurdos e increíbles, como que tenemos uno de los mejores sistemas de salud del mundo.

Hasta se atrevieron a compararnos con Alemania, asegurando que, pese a todo, tenemos cifras ejemplares respecto del resto del mundo, equiparando nuestro segundo mes de Pandemia, con datos de aquellos países que llevan un semestre enfrentando la misma.

Cometieron los mismos errores que han cometido todos los Presidentes Empresarios del mundo, con sus asesores expertos en negocios, con su arrogancia brutal guiada por la realidad de las burbujas en las que viven, que transforma la realidad de las familias del Chile profundo, en algo simplemente invisible a sus ojos. 

Primero le bajaron el perfil a la Pandemia y salieron a mentirle al mundo completo, diciendo que estaban absolutamente preparados, con anticipación y perfectamente asesorados. 

Luego, cuando la Pandemia se les apareció de frente, se dedicaron a correr detrás de ella reaccionando siempre tarde a los efectos de su propia estrategia y evitando a toda costa, tomar decisiones que los obligaran a traicionar sus principios económicos, evitando aumentar el gasto fiscal y mucho menos tocar las grandes riquezas de este país.

Llegaron tarde a implementar las medidas económicas para ayudar a las familias de Chile, a las micro, pequeñas y medianas empresas  de Chile.  Y como si fuera poco llegar tarde, lo hicieron de manera absolutamente insuficiente, aprobando ingresos que no alcanzan y garantizando créditos que no llegarán, de manera mezquina y carente de la mínima empatía necesaria para responder de manera adecuada a la Pandemia. 

No, no somos todos responsables y no podemos convertirnos en cómplices de sus malas decisiones a través de nuestro silencio.

Tenemos la obligación de alzar la voz y seguir exigiendo que rectifiquen. 

Los responsables están en el Gobierno y debieran dar un paso al costado si algo de dignidad les queda y si no lo hacen, entonces el único responsable es el Presidente de la Republica, que es quien finalmente elige y valida, día a día, a quienes en su nombre deciden y juegan con la vida de todo Chile.

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