Desde la polarización al Leviatán

Chile ha sido llevado a una polarización ideológica que ha abierto el baúl de los recuerdos y deseos extremos. Si bien, el gobierno de Michelle Bachelet inició un fuerte proceso de extremismo e intolerancia ideológica a través del espíritu totalitario que portaba, la derecha neoliberal más dura fue despertada y comenzó a mostrar nuevamente sus categorías polarizantes.

Ambos sectores presentan, en consecuencia, proyectos antagónicos en contra del Estado de Chile. Unos han vuelto a propugnar la necesidad de un Estado pequeño y los otros a un Estado impotente, carente de facultades de imposición del orden y la seguridad pública. Ambos proponen de alguna forma la desaparición del Estado. El sueño, tanto de neoliberales como de marxistas.

El Estado de Chile, en su proceso de renuncia constante en promover la construcción del tejido social, está generando las condiciones de profundización en donde la sociedad se convierte cada vez más en jaurías de lobos, haciendo patente la frase de “el hombre el lobo del hombre, para lo cual es necesario el Leviatán.

Un Estado fuerte a la chilena no es un Estado monárquico, sino que un Estado que realmente sea garante del bien común, o sea, un Estado responsable.

Un Estado que asuma responsabilidades sociales en materia de previsión, salud y educación, que promueva realmente el mercado y haga valer efectivamente su monopolio de la violencia legítima. En otras palabras, un Estado con vocación nacional y popular.

Esta vocación se revitaliza cuando el pueblo chileno está sometido a un desamparo social dada la debilidad estratégica del Estado chileno producto de estar sujeto a presiones ideológicas que sólo buscan su irrelevancia.

Por ejemplo, cuando empresas sanitarias se dan el lujo de negar el agua a una ciudad y el gobierno no es capaz de cuestionar la concesión, prefiriendo sacrificar el bien común de los ciudadanos.

A su vez, cuando diputados en una de las comisiones de la cámara votan por derogar la facultad de expulsar delincuentes extranjeros, entre muchos otros hechos, urge la necesidad de promover el valor de Chile y su soberanía nacional.

La violencia en la Araucanía, la defensa de intereses particulares, las colusiones, la corrupción, el sometimiento al globalismo y a intereses transnacionales, entre otros, muestran los disparos ideológicos que hieren a nuestro Estado, pretendiendo amputar sus manos para salvaguardar el bienestar de los ciudadanos.

Es aquí donde la necesidad histórica crea las condiciones para un gran Frente Nacional y Popular que destruya lo viejo y reinicie un nuevo camino de bien común.

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