Siempre tras una derrota hay que analizar las causas, pero también avanzar en busca de una nueva oportunidad, especialmente cuando se trata del país.
La semana pasada se rechazó en la Cámara de Diputadas y Diputados la idea de legislar para una reforma tributaria que buscaba recaudar los recursos necesarios para el financiamiento de programas y políticas públicas esenciales para mejorar la calidad de vida de millones de ciudadanos. Una mala noticia para Chile, qué duda cabe; porque se rechazó la idea de legislar, que es permitir el inicio del debate. Así, posturas políticas se impusieron por sobre las necesidades de las personas.
El Gobierno debe dejar la postura absolutista y dogmática para que, efectivamente, las demandas sociales puedan tener financiamiento asegurado. Estamos hablando del esperado aumento a la Pensión Garantizada Universal (PGU), la sala cuna universal, recursos para enfrentar la delincuencia, apoyar el término de las listas de espera y avanzar en soluciones habitacionales.
Es necesario revisar las causas y responsabilidades; lo planteo porque situaciones como éstas no pueden volver a repetirse. Por una parte, el Ejecutivo debe reconocer que el trabajo con los parlamentarios no fue suficiente, y que ha venido faltando humildad y voluntad para acercamientos reales; la soberbia nunca ha sido una buena consejera, tampoco la supuesta superioridad moral. Por otra parte, la oposición no puede seguir con la lógica del status quo, porque en lugar de golpear al Gobierno, golpea a las familias que siguen esperando. No se puede sacar provecho político a costa de las necesidades de los ciudadanos.
Por lo tanto, el desafío es urgente, inmediato y debe existir toda la voluntad posible para que la única agua que se lleve al molino sea la del bienestar de las personas. Pero, en el Gobierno no hay una sola voz, y este desorden jerárquico afecta a todos.
Dialogar hasta que duela dijo el Presidente Boric, pero el ministro de Hacienda y otros hicieron lo contrario. No solo hay que extender la mano como dijo Boric, sino ser capaz de entablar, una y otra vez, las conversaciones que permitan avanzar. Sin recursos permanentes, los avances no son sustentables ni posibles. Diálogo productivo que hasta ahora ha escaseado.
Y si bien hay recursos que podrían utilizarse, provenientes del royalty al litio con rentas por sobre lo esperado, creciendo en más de 500% en enero 2023, el Gobierno ya ha señalado que iniciará una ronda de reuniones con diversos actores políticos, económicos y sociales. En ese espacio, así lo he planteado, el encuentro debe ser pensando en las personas y la estabilidad nacional. El instrumento es el diálogo y, el objetivo, avanzar en las demandas sociales pendientes.
Por el momento, no sabemos qué reforma tendremos, pero, en lo sustantivo, hay que concordar que en que la recaudación debe aumentar y si bien todas las anteriores reformas de los últimos gobiernos han chocado con variados intereses, los ciudadanos necesitan respuestas del estado con seguridad y permanentes en el tiempo.
La tarea quedó inconclusa. Esperemos que los diálogos que se van a iniciar no tengan el mismo destino y en esa tarea, vital para el país, el Gobierno tiene la primera responsabilidad. El diálogo debe ser protagonista y dejar de ser una utopía, de lo contrario, estaremos solo dando vueltas en círculos.
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