El blanco y negro del 21 de mayo

La Cuenta Anual del Presidente Piñera no fue una gesta heroica, e incluso el “enemigo” mantuvo una postura abúlica. Más bien, se trató de un recuento de las realizaciones de su Gobierno y un fiel reflejo de su compleja personalidad; de ahí el gran énfasis en los logros y la ausencia evidente de las insuficiencias.

Conviene partir con algunas precisiones del contexto en que se ha desarrollado su gobierno.

a) Se sabía desde el comienzo que no iba a realizar grandes reformas, sino profundizar algunos rasgos de la estrategia de desarrollo de los 20 años anteriores.Lo que prometió fue un avance cualitativo en la gestión pública, en la administración del Estado y, justamente ahí, se encuentra la mayor carencia.

b) Tal como lo señaló al comienzo de su discurso, se enfrentó con la catástrofe del 27F, pero ha tenido la habilidad de transformarla en una oportunidad.

c) Buena parte de las realizaciones enumeradas fueron posibles porque el Gobierno contó con una disponibilidad privilegiada de recursos financieros, gracias al elevado precio del cobre, los ingresos del “royalty” y el incremento de las entradas tributarias como consecuencia del crecimiento de la economía.

d) Se aprecia una notoria dosis de continuismo en las realizaciones -“más de lo mismo”- con las salvedades del caso, pero con escaso reconocimiento a la obra de gobiernos anteriores, especialmente al de Bachelet, lo cual no es sorprendente.(1)

e) Esta vez no reiteró los llamados a la unidad nacional, simbolizada en la búsqueda de acuerdos con la Oposición, que no duraban más de unos días, pues rápidamente volvía al tono agresivo característico de estos años.

La crisis del sistema político es cada vez más evidente y se requieren serias transformaciones, sin embargo, fue el gran tema ausente del discurso. Mostró a Chile como un país ideal, en pleno desarrollo y estabilidad, con una población satisfecha, escondiendo la profunda insatisfacción ciudadana y su rechazo tanto al Gobierno como a la Oposición, así como su desconfianza con la institucionalidad.

Otra deuda del Gobierno es la modernización del Estado, pues se suponía introducirían mejoras en la institucionalidad y gestión y, más aún, se reduciría el tamaño del sector público y se suprimirían programas poco eficientes e incluso inútiles.

Como era de esperar, Piñera puso un gran énfasis en los logros de crecimiento económico y aumento del empleo, haciendo comparaciones con el resto del mundo y con el Gobierno anterior.

La última referencia carece de una clara licitud, pues en los primeros años de esa administración el país enfrentó la crisis internacional que obligó a un ajuste interno, pero del cual se recuperó con rapidez, de tal manera que en 2010 la economía ya se encontraba en una rápida expansión que fue aprovechada por el nuevo gobierno, lo cual no atenúa los logros de haber continuado ese proceso.

Al menos, no se insistió en que Chile estaba ad portas del pleno empleo, una de las afirmaciones más peregrinas que se han difundido, cuando se observan las cifras de la calidad laboral, el subempleo y las jornadas ocasionales que caracterizan a una parte importante de la ocupación estadística del país.

Las políticas de fomento a las pequeñas empresas tuvieron una importancia menor en la exposición, a pesar de que la concentración productiva está pasando a ser una traba para el crecimiento futuro, especialmente por la lenta aparición de nuevos sectores dinámicos y la falta de definiciones en algunos cuellos de botella para seguir avanzando, como son los problemas energéticos, agua e infraestructura.

Lo mismo ocurre con el futuro del precio del cobre, tan determinante en la estrategia de desarrollo del país, especialmente por el desequilibrio productivo que ha ocasionado en el crecimiento chileno. Pero, los temas incómodos no estaban en el diseño del Mensaje.

Entre los logros debe señalarse la importancia que ha adquirido en los últimos años la defensa de los consumidores, tradicionalmente olvidados y postergados en las preocupaciones de las autoridades, a pesar del fuerte rechazo que generan en la ciudadanía los reiterados abusos que les afectan, consecuencia de la cartelización de la oferta productiva.

Respecto a la Ciencia, la Tecnología y la Innovación , después de tres años los avances han sido mínimos, a pesar que era uno de los aspectos programáticos destacados.

Las políticas sociales estuvieron en el centro de lo expuesto por Piñera, especialmente la Educación, el gran tema de los últimos años. Dedicó buena parte de su exposición a detallar los logros obtenidos, ya sea porque la presión social los impuso o porque la abundancia de los recursos financieros lo facilitaron.

En Educación Escolar se destaca el anuncio de un proyecto de reforma constitucional que haría obligatoria la enseñanza desde el Kinder, propuesta de valor principalmente simbólico, pues respalda uno de los grandes logros del Gobierno de Bachelet, que privilegió y desarrolló los estudios pre escolares como el centro de los esfuerzos por mejorar la equidad y la calidad de vida de la población.

También se anunció la creación de la Subsecretaría de Educación Superior, que sería un paso en la necesaria definición de una reforma integral de la educación terciaria.

En este mensaje no faltó el anuncio de bonos -en esta fiebre de sucesivos maná del cielo que está caracterizando las políticas públicas, el “bonismo”. Los proyectos de bono de maternidad y del tercer hijo, este último presentado tanto para favorecer la fertilidad (crecimiento de la población), como el robustecimiento de la familia (anuncio que acarreó algunas mofas por su carácter populista y su escasa efectividad).

El ingreso ético familiar es una iniciativa de interés pues, además de la ayuda entregada a las familias de extrema pobreza, se introdujo la política de las transferencias condicionadas, similar a los programas que ya se habían empezado en Brasil y México y que incluye el elemento que los recursos se otorgan por períodos decrecientes y siempre que los destinatarios cumplan ciertas condiciones en términos de escolaridad, salud y capacitación.

Hizo un llamado de atención sobre una tendencia negativa en el país: el énfasis en los derechos ciudadanos, dejando de lado su natural correlato: los deberes y responsabilidades, que son indispensables para lograr una sociedad justa.

Con posterioridad a su Mensaje, el Presidente Piñera no ha descansado, siguió anunciando más proyectos; incluso quiere emular la importante reforma de la previsión que llevó a cabo la ex Presidenta, anunciando que también planteará su propia propuesta en este campo, aunque el bailecito del “pato cojo” le impida avanzar mucho.

Su peor pesadilla, Michele Bachelet, lo seguirá atormentando. Las recientes lluvias nos han mostrado otra faceta poco conocida del mandatario: su destreza como metereólogo.

(1) En su recopilación, Oreste Plath incluyó el dicho ”déjalo que se peine, que el viento lo pondrá chascón”.

Leer versión extendida en: http://www.asuntospublicos.cl/2013/06/el-blanco-y-negro-del-21-de-mayo/

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