Este silencio no es de inocentes

Ocurre que casi ya no queda tiempo para que la oposición prepare ordenadamente un proceso de unidad, que le permita superar a la derecha en todas las elecciones que tenemos por delante. 

Podrá pensarse que se puede estar exagerando, ya que queda tanto tiempo para cualquier elección, teniendo, además, el plebiscito constitucional muy cerca. Pero no es así. No lo es para quien mira el calendario, buscando saber cuánto espacio se tiene disponible para cada decisión. 

El resultado de la pura enunciación de las fechas es sorprendente. Como se sabe, la elección de autoridades municipales y de gobernadores regionales es el 25 de octubre. Para tener candidatos comunes se suelen realizar elecciones primarias, donde sea necesario, entre los postulantes a alcaldes y gobernadores de la oposición. Las primarias legales se realizan, entonces, a principios de junio. 

Aquí viene el punto decisivo. Resulta que, para realizar las primarias, se requiere haber declarado ante el Servel las candidaturas que participarán de estas elecciones en todo el país, a más tardar el 8 de abril. Es decir, todo tiene que estar listo en menos de un mes, contando desde ahora. 

Si se toma en cuenta que los órganos máximos de los partidos deben haber sido convocados para ratificar los acuerdos que permitan participar en primarias y, a su vez, que esta convocatoria no puede ser hecha de un día para otro, eso deja casi nada de tiempo para llegar a un consenso opositor. 

En otras ocasiones, esta etapa habría sido preparada con mucha anticipación. La negociación misma era la culminación de meses de trabajo. Ahora quedan escasas semanas para un proceso al que ni siquiera se ha convocado. 

Dada la urgencia del caso, ¿es posible que las dirigencias de los partidos no se hayan dado cuenta de la situación? No, en absoluto. Lo saben perfectamente. Es solo que hablan de todo, pero este dato vital es convenientemente silenciado. 

Pero ¿por qué se procede de un modo tan extraño? Desde luego, cada cual está preparando las excusas del caso, advertencias no habrán de faltar, y hasta explicaciones se encuentran si uno se lo propone. 

La verdad es que predomina la desconfianza, y un acuerdo de la amplitud que se necesita es desestimado con inexplicable anticipación. En estricto, no es verdad que el acuerdo es imposible. Lo cierto es que quienes debieran estar en condiciones de alcanzarlo no lo están siquiera intentando. 

Predominan los intereses de rango menor. De este modo no se llega a la presidencia.

La derecha tiene un gobierno que es un desastre, pero tiene el gobierno. Tiene una coalición que solo por excepción se pone de acuerdo, pero tiene una coalición. Tiene candidatos que no hay encontrado solución a la crisis, pero tendrá un candidato oficialista cuando llegue el momento. 

Todo esto en política prima sobre una mayoría atomizada, partidos que se debilitarán en la dispersión y dirigencias que no se proponen lo irreemplazable que tiene la política: unir a los distintos para un programa compartido. Por eso, si hay un momento para reaccionar, sin duda es este, el que estamos viviendo.

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