Etiquetado de alimentos con transgénicos

En Ginebra se ha producido un cambio trascendente para beneficio de todos los consumidores. También para nosotros. Gracias a una nueva postura del Gobierno del Presidente Obama, se ha logrado un acuerdo en el llamado Codex Alimentario ( FAO – OMS) que permite, de ahora en adelante, etiquetar los alimentos que contengan elementos transgénicos.

Ya no existirá la posibilidad de que el país que lo haga pueda ser sancionado por la Organización Mundial del Comercio.

Existe una prolongada disputa sobre la inocuidad de los alimentos que contienen elementos transgénicos, que seguramente seguirá adelante. Pero sí quiero resaltar que es importante que ahora cada consumidor podrá decidir con la información necesaria si compra o no uno de esos productos en el supermercado o si prefiere los que no tienen ese tipo de componentes o los orgánicos.

Cesa así una fuerte disputa entre los EE.UU. y la UE sobre la materia. ¿Qué ha hecho cambiar de opinión al Gobierno Obama?

Tal vez que mientras los alimentos transgénicos eran certificados por la autoridad sanitaria de los propios EE.UU., había confianza en su inocuidad para la salud, mientras que como cada vez son mayores los productos de esa naturaleza puestos en el mercado por países como China, el etiquetado aparece como una medida razonable de resguardo.

En Chile son innumerables los productos que contienen elementos genéticamente modificados. Basta recordar que Argentina y Brasil producen en gran escala alimentos transgénicos como la soja, que son empleados en la elaboración de diversos productos de la cadena alimentaria.

Nada impide, ahora, que se dicte una ley a favor de su etiquetado. Dicha ley seguramente abordará otras materias, pues los transgénicos sólo son regulados entre nosotros por resoluciones administrativas, y el tema amerita un cuadro normativo de mayor amplitud y envergadura. Está de por medio el desarrollo de la biogenética y su aplicación a la producción agrícola y a la crianza de animales (ganado, aves y peces) y, sobre todo, la salud de las personas.

También parece lógico –en la misma línea – impulsar el desarrollo de la Agencia de Inocuidad Alimentaria creada durante el Gobierno de la Presidenta M. Bachelet gracias a un trabajoso acuerdo entre el Ministerio de Salud y Agricultura luego que algunas de nuestras exportaciones fueron cuestionadas en Asia.

El etiquetado de los alimentos con elementos transgénicos puede, ahora, ser una medida tomada con rapidez: bastan pocos artículos en un proyecto de ley. Chile puede aprovechar de la experiencia de otros países latinoamericanos que ya han dado ese paso.

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