Me desagrada mucho que me crean idiota y que lo crean hace años y a diario ¿Se acuerdan cuando Francisco Vidal, Heraldo Muñoz y Jorge Tarud, de cara a las elecciones presidenciales del Partido por la Democracia (PPD) en 2021, declaraban sin tapujos por la televisión ser feministas?, o la debilidad del sistema judicial ante los casos Fragatas que involucró al Ejército de Chile, respecto de entrega de información privilegiada a empresas proveedoras de material bélico, pago de coimas y lavado de activos, o la escasa sanción en el caso Basura, donde se investigó a alcaldes y funcionarios de cuatro comunas de Santiago por la supuesta entrega de dineros de empresas privadas de basura a cambio de ser favorecidos en licitaciones en las que participaron, así como la emisión de boletas por servicios que nunca se prestaron, o los débiles e irrisorios castigos de los casos Penta y Soquimich (SQM) por pagos indebidos de la empresa Corpesca a parlamentarios y un ministro de Estado con el propósito de influir en la discusión del proyecto de ley de pesca; fraude al Fisco por parte de un senador y sus colaboradores y distintas irregularidades, como el financiamiento ilegal de campañas políticas por parte de grupos empresariales a través de boletas ideológicamente falsas; hechos de soborno, cohecho y enriquecimiento ilícito. La lista de indignación ciudadana por creernos tontos es larga y si quisiera pudiera seguir, pero tengo que terminar esta columna.
Una de las peores señales de que la situación que atraviesa Chile es más que preocupante es el pésimo concepto que tanto políticos como la justicia chilena tienen de los chilenos ¿Somos pasivos? ¿Nos resignamos? ¿Somos indiferentes, capaces de olvidar cualquier cosa y ellos lo saben? Tras casi siete meses, Luis Hermosilla salió de la cárcel, su defensa logró un cambio de la medida cautelar de prisión preventiva a arresto domiciliario total.
El que hace menos de dos años hablaba de pagos a funcionarios del Servicio de Impuestos Internos (SII) y de la Comisión Para el Mercado Financiero (CMF) para obtener información privilegiada, favores que beneficien al empresario y decía "aquí estamos haciendo una huevá que es delito", imputado como autor de delitos tributarios, soborno y lavado de activos, resulta que hoy, considerando su condición psicológica, de adulto mayor y su "irreprochable conducta anterior", no es una amenaza para la sociedad y la jueza Andrea Díaz-Muñoz Bagolini, quien acogió los argumentos de la defensa, decretó la libertad del imputado y dictó arresto domiciliario total como nueva cautelar, a vista y paciencia de todo el mundo. Bonito. Muy bonito.
Si acá no hay peligro para la seguridad de la sociedad, cerremos por fuera. En total, el otrora reputado penalista alcanzó a pasar 205 días a la sombra de prisión, concretamente al interior de Capitán Yáber. Ahora pesa en su contra una medida cautelar menos gravosa, como es el arresto domiciliario total y prohibición para salir del país. Aprovechan todas las oportunidades, y si hoy es el imputado Luis Hermosilla por aquí, ya pasará otro mañana por allá. En los últimos años se han conocido diversos escándalos de corrupción en los que se han visto involucrados, autoridades, empresarios e incluso miembros del Congreso en ejercicio, debiendo el Sistema de Justicia Penal tomar conocimiento de los mismos. Las respuestas del sistema han sido entendidas por amplios sectores de la población como deficientes, lo que ha generado una sensación de impunidad y fastidio por el tratamiento diferenciado que este tipo de criminalidad tendría respecto a otros delitos comunes. La verdad es que, si no somos idiotas, ciertamente lo parecemos.
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