La difícil realidad: elecciones en la DC

La Democracia Cristiana es el partido más grande de la alianza gobernante. Y hoy está enfrentando elecciones, en medio de las fiestas de fin de año y con una serie de otros problemas para quienes no están en el poder, casi como si se hubiera pensado “de qué modo se desincentiva la participación”. Una especie de maniobra de una directiva que pretende ser reelegida, pero que se vio afectada por una división interna al no poder integrarse un cuarto parlamentario, que decidió levantar lista propia. La lista de Pizarro quedó quebrada entre los partidarios de Torres y Pizarro por un lado y de Goic, Walker y los llamados “guatones tradicionales” por el otro.

Ante ellos se alzó la lista B que encabezan Ricardo Hormazábal y Rodrigo Albornoz, rivales en 2015, pero que en dos años han construido unidad de planteamientos y acción, que culminó en la formación de un equipo de trabajo donde no hay parlamentarios ni integrantes de las directivas de los últimos 10 años: básicamente militantes de diversas regiones, profesionales, sindicalistas, dirigentes de base, mujeres y hombres de diversas edades.

Es un hecho que la política y los partidos políticos (sus dirigentes) tienen baja adhesión popular. Por eso la tremenda abstención en las elecciones y la poquísima participación de los militantes en sus actos internos. Los parlamentarios, también es un hecho indiscutible, están en un bajísimo nivel de aprobación.

No es raro, entonces, que en un acto de defensa tiendan a refugiarse en sus corazas, aferrarse a los cargos de poder, en una lucha desesperada por ocupar posiciones de donde no quieren moverse. Divididos en dos listas, como decíamos, sólo los separan las ambiciones personales. Para ello no dudan en hacer cuánto esté a su alcance, moviendo recursos institucionales a su favor y sacando todas las ventajas pequeñas que puede dar el poder.

Por su parte, los que integran la lista que encabeza Hormazábal han demostrado acción cercana al pueblo y su historia es de compromiso, no con el modelo imperante, sino con una propuesta que vaya reorientando la sociedad para poner a la persona humana en el centro de las preocupaciones y las políticas de Estado.

La disputa es entre dos modelos de partido para dos modelos de sociedad: un partido de príncipes que se instalan en el poder para administrar el “desorden establecido”, un sistema injusto, consumista, competitivo, de explotación y poco solidario, por un lado; y, por otro, un partido que esté dispuesto a ser vanguardia en la lucha y recoja el sentir del pueblo, de los jóvenes, de hombres y mujeres que sufren de la injusticia y quieren, en paz y armonía, construir otra forma de vivir. Eso es lo que se discute en esta hora.

La estrategia de los primeros se orienta a generar nuevas coaliciones, encabezadas por apellidos famosos, que se unan a sectores de la derecha (centro derecha le llaman ahora). Por mucho que intenten contarnos que tienen ideas de cambio, eso es muy difícil con un equipo integrado por personas que defienden el modelo vigente. En sus propuestas no hay renovación ni de nombres ni de ideas: son los mismos para seguir haciendo lo mismo.

En lo que están de acuerdo es en que la DC tiene tanto derecho como los partidos más pequeños de la NM de levantar su candidato presidencial. Pero, si se llega o no a un candidato único o vamos separados a la primera vuelta tendrá que ver con la capacidad de consensuar un programa.

Éste será el esfuerzo de la nueva directiva, hacer un programa consistente y coherente con la doctrina del PDC y con el realismo político, capaz de ser consensuado sin transar lo principal, que es ni más menos que avanzar hacia una nueva sociedad de justicia y participación, en forma gradual pero sostenida. Para eso está el nombre de Carolina Goic o el de Ximena Rincón. U otros militantes que no siendo hoy de los que aparecen en letras de molde, pueden irrumpir cuando la Junta discuta estos temas. Quien lleve las banderas deberá tener intachable conducta y ser militante de alto compromiso.

Es la hora de una definición profunda. ¿Queremos más de lo mismo o una propuesta diferente? Chile necesita de partidos claros y fuertes, con ideas y equipos capaces de llevarlas a cabo. Esto es difícil, cuando quienes se mantienen en las estructuras y a la cabeza de las instituciones prefieren ser meros administradores de su transitorio poder. 

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