La importancia de valorar un proceso Constituyente expedito e inclusivo

Este domingo es la ceremonia inaugural de la Convención Constitucional, en los jardines del ex Congreso Nacional en Santiago. Un hecho histórico y fundamental donde se ve reflejada la participación de toda la ciudadanía en el nuevo proceso constitucional.

Por ello es lamentable que el inicio de esta instancia se vea envuelto por alguna polémica donde se acusa al Gobierno de no estar a la altura, al negarse de plano ante algunos requerimientos presentados por constituyentes, principalmente de pueblos indígenas que -según argumentaron- son cruciales en su cosmovisión. Un asunto de forma, donde el Ejecutivo parece estar únicamente centrado al cuidar aforos, cuando su rol principal es entregar las garantías para que la instancia responda a su naturaleza inclusiva; lo que muchos han interpretado como una falta de estrategia clara respecto a su labor de coordinación con este órgano constituyente.

Mientras, no hay que perder de vista que lo que se viene es el nacimiento de un marco general fundamental en nuestra Constitución, el primer paso para los cambios necesarios que no se han podido generar y donde va a prevalecer la decisión de la mayoría representada en los 2/3.

En ese sentido, debemos evitar polarizar el debate. No quien grite más fuerte, participe en más programas televisivos, tenga mayor presencia en las redes sociales o maneje ciertas cuotas de poder va a determinar lo que una gran mayoría espera de una nueva Constitución. Siempre hemos usado como ejemplo una casa común, donde se garanticen derechos y obligaciones. Lo contrario no puede resultar en ningún sistema, y menos ser reflejo de una Carta Magna. Hoy tenemos que tomar las decisiones con altura de miras, con generosidad y visión de Estado.

De ahí la relevancia del tono propositivo de los convencionales. Y claro que ése es el espíritu de todas las personas de distintos sectores, regiones, pensamiento y creencias religiosas o valóricas de todo tipo, que fueron elegidos como representantes de las chilenas y chilenos. Aquellos parten este proceso con un mismo objetivo, como lo es tratar de construir entre todos, una propuesta que permita un respaldo contundente de la ciudadanía. No hay que olvidarse de aquello, ni tampoco que esa propuesta después va a ser plebiscitada y si el texto que viene es sólo blanco o sólo negro, lo más probable es que en la urna podamos decir "no, esto no puede ser".

Pues bien, lo hemos repetido, esta casa común tiene que resguardar que todos nos podamos expresar y desarrollar respetando nuestros derechos individuales y colectivos. Yo me niego a pensar que vayan algunos a vetar o imponer sus criterios por sobre la inclusión, con el firme norte de incorporar e integrar la diversidad del país. En todo sentido. Nadie puede imponerle la verdad a otro, aquello es un tipo de dictadura. Y los resultados de éstas todos las conocemos: significan retroceso, falta de libertades, miserias, hambre; y ejemplos de eso hay muchos en el mundo.

Acá en Chile, estoy convencido de que quienes fueron electos para trabajar en esta Constitución van a tener tal capacidad de inclusión en la gestación de un marco jurídico general. Lo contrario significa un costo enorme para varias generaciones.

Desde el Senado esperamos colaborar a que las condiciones de trabajo se den. Y por supuesto, aportar todo lo que implica el bagaje de nuestros equipos institucionales, funcionarios permanentes, bibliotecas, equipos jurídicos y técnicos que han trabajado por años en materias legislativas que conocen el proceso, personas que pueden apoyar técnicamente, porque, claro, los contenidos y definiciones políticas las va a adoptar de forma autónoma la propia instancia constituyente. Y ello quiero recalcar: la Convención Constituyente es autónoma, tiene un mandato claro, preciso, que es elaborar una nueva propuesta de Constitución para que sea refrendada en un plebiscito de salida. Ese es su mandato, ese es su cometido, ese es su rol y, por cierto, su valor.

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