La rara y machista política

A ratos irrita seguir el curso de la discusión política. No hay que ser muy ducho en la comprensión de este oficio, que es el arte de gobernar y,  finalmente imponer, para entender cómo se defienden intereses y cómo se actúa mediáticamente echándole agua al molino de la confusión con tal de preparar el camino para que lo nuevo naufrague y fracase. Eso es lo que sucede con las varias reformas en vista que son del todo nuevas y atrevidas, aunque algunas morigeradas y deslucidas. Aborto, Laboral, Educacional. La Constitucional queda atrapada en la histeria y pánico por ahora.

Aquello que podemos apreciar, desvergonzadamente, como táctica casi transversal es la gárgara del LIDERAZGO.

¡Ese es el liderazgo! Dicen. ¡Falta liderazgo! ¡Hay un vacío de liderazgo! exclaman algunos con los ojos casi fuera de órbita.

Se necesita hablar fuerte y claro, dicen casi a coro, otros pocos.

Ese es un valor muy reconocido y querido, sobre todo en los medios escritos dominantes acostumbrados a tiempos pasados aborrecibles donde las palabras fuertes, cínicas, metálicas y terribles marcaban el noticiero y la conducta ciudadana.

Pero, ¿quién lo dijo?

¿Quién dijo que educan mejor aquellas madres o padres  gritones? ¿ Porqué van a ser más pre-claros aquellos con pantalones que andan gritoneando a la gente?

¿Quién lo dijo?

Me iría despacito por las piedras, como se dice. Vivimos un tiempo de tránsito en que se han agotado modos de ser y actuar antaño valederos. Donde un botón de muestra severo de este descontento, a los ojos de cualquiera, es el rechazo transversal a la ética relativa y el accionar político torcido que antes gozaba de impunidad.

Pero también se ha redimensionado, y en cierto modo agotado, el empuje propulsivo del modo machista de mandar el mundo. ¿Será eso que incomoda  tanto? Porque la bota, como metáfora, es una pesadilla también transversal en la historia política de la humanidad.

Finalmente, me parece mejor hacer, seducir, aunar y cambiar, sin tanto estruendo y griterío, que resistir el cambio con tan malas artes. Casi un problema estético.

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