La realidad de los hechos

He tenido la tentación de responder a Juan C. Reyes su artículo en el cual se refiere a la decisión del PDC de apoyar la candidatura de la señora Jara. Me motiva la percepción de que él, como lo han hecho varios más de los triunfadores en la Junta Nacional, fuerza el relato para que signifique algo distinto de lo que son los hechos. Reyes, como lo hacen también los personeros de la derecha, cuenta una historia que no es tal, pero que le permite justificar conductas que en el fondo de su conciencia -a tiene sin duda- sabe que dejan de lado principios fundamentales.

El debate en el PDC -antes de la Junta Nacional y durante ella- no fue en torno a la tesis que el partido adoptó a finales de la década de los '60, llamada "Unidad social y política del pueblo en la base". Tampoco fue lo que él califica como resultado: integración a la coalición hoy gobernante. Nadie dijo "entremos a este gobierno".

Mientras algunos militantes hemos sostenido que en la primera vuelta electoral era necesario tener una candidatura presidencial que expresara los planteamientos del partido en torno a los problemas de Chile y buscara un acuerdo político con otros partidos políticos para la elección de diputados y senadores, otros militantes -que resultaron triunfantes en la Junta- argumentaron que era necesario apoyar a Jara para conseguir cupos en las listas de candidatos de la coalición gobernante y así evitar la desaparición de la DC. Afirmaron, sin pruebas por cierto, que esa alianza electoral aseguraría la elección de diputados suficientes para prolongar la existencia del partido.

No hubo debate de ideas, de programas, sino solamente se enfrentaron las conveniencias electorales de algunos diputados y senadores en busca de sus espacios, apoyadas por el miedo a la muerte del PDC, por un lado; mientras que por el otro lado estaban las convicciones y el sentido de responsabilidad de quienes sostenemos que el partido debe ofrecer a Chile caminos distintos de la polarización, que no es sino la misma que la dictadura y la derecha impusieron a Chile mediante el sistema binominal, cuyos retazos aún se mantienen.

El apoyo a la candidata Jara -resuelto sin que haya programa ni acuerdo parlamentario real, sino que todo está en el nivel de intenciones- significa una renuncia a exponer tesis propias. Una primera vuelta pudo haber conducido a acuerdos posteriores para la segunda, sobre la base de conversaciones claras respecto del programa de gobierno. Porque la DC no actúa como los grupos que capitanean la coalición de gobierno que, en el pasado cercano, recibieron cupos parlamentarios asegurados, manteniendo sus candidatos presidenciales. Cuando vinieron las segundas vueltas, consideraron que entre Lagos y Lavín no había diferencia en 2000, lo mismo que entre Frei y Piñera en 2009.

Les dimos cupos a sus candidatos por conciencia política en cuanto a que un segmento del pueblo no podía seguir sin representación: eso es conciencia. Eso fue lo que pesó, más que las conveniencias e intereses de ahora. Eso es sentido de unidad del pueblo en la base.

Nada o muy poco diferencia a esta coalición, de la que Reyes se alegra, de lo que fue la llamada Nueva Mayoría. Esa vez la encabezaba Bachelet. Ahora Jara. Muchas cosas las separan a una de otra, pero la más importante es que los propios socios de la coalición no han respaldado a su gobierno al votar en contra muchos de sus proyectos de ley. La propia candidata ha criticado decisiones del equipo que integró como ministra de Estado, llegando al extremo ridículo de sostener que promoverá el fin de las AFP, después de haberse convertido en su hada madrina para impulsar una ley que esas empresas celebraron como su gran victoria.

Algunos dicen que miramos el pasado, que somos viejos y debemos retirarnos, que no interpretamos a los militantes. Se equivocan. Algunos somos viejos, otros son jóvenes, hay hombres y mujeres, dirigentes y militantes de base. Todos tenemos los pies bien puestos en el presente y la vista fija en el porvenir. La diferencia es que no estamos dispuestos a "cualquier cosa" para escalar posiciones y obtener cargos, sino que nos mueven nuestras ideas. Como lo dijo claramente el senador Huenchumilla, los que ganaron la Junta creen que el PDC no tiene ideas, así es que los mueven sus intereses Las tenemos y muy claras. (Me pregunto, ¿qué propondrán para un programa de gobierno si han declarado públicamente no tener ideas?).

Pero no sólo eso, sino que la Democracia Cristiana tiene una concepción de la persona y de la sociedad que puede llevar a sus dirigentes a hacer las cosas de una manera diferente de quienes creen en el individualismo o en el colectivismo. No se trata de ser anti nada, sino de afirmar aquello en lo que creemos.

La unidad social y política del pueblo en la base no se construye mediante acuerdos electorales solamente. Pudimos haber hecho el acuerdo parlamentario y llevar candidato. Pero se prefirió otro camino.

Es que la polarización y el miedo están dominando la escena. Miedo a Kast, miedo al comunismo, miedo a desaparecer como partido, miedo a perder la diputación o el cargo de senadora. Miedo. Miedo más que propuestas. En 1970 pudimos haber hecho pacto de gobierno con la Unidad Popular, pero se prefirió el confuso camino del estatuto de garantías. En 1973 no hubo un intento de incorporar a la DC al gobierno, sino que Allende le ofreció un cargo a uno de nuestros militantes, lo que la directiva que encabezaba Fuentealba no aceptó.

Tal vez Juan C. Reyes, que era dirigente de los secundarios, no recuerda eso. Nosotros buscamos y logramos acuerdo con las demás fuerzas políticas que estuvieron en contra de la dictadura, guiados por Tomás Reyes Vicuña como presidente del partido. Cuando se produjo el golpe hubo vacilaciones de la directiva, pero no nos cerremos los ojos: en los primeros días la mayoría de nuestros militantes veían con alivio el fin del gobierno y sólo entendieron la realidad cuando quedó en evidencia las violaciones de los derechos humanos.

El acuerdo que el columnista que comento celebra ha provocado descontento y dudas en la militancia. Algunos quieren irse de la DC, otros simplemente decimos que es un error. Algunos anularán su voto. No es posible cuantificar, pero todos estamos recibiendo mensajes en ese sentido y tratando de contenerlos.

No es anticomunismo: es confianza en que tenemos ideas que proponer al país y sabemos que con o sin el timbre del partido, con más o menos diputados, las propuestas de construcción de una nueva forma de vivir en sociedad que están en el pensamiento de los demócrata cristianos no están hechas mirando el pasado, sino avanzando hacia un futuro de justicia, libertad, democracia participativa, desarrollo integral. Por cierto, sustentados en nuestra historia de lucha por esos ideales y en la confianza en la persona humana.

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