Necesitamos inteligencia

Después de conocer la situación producida en la zona de conflicto con la información entregada por forestales, y la respuesta de policías y Fuerzas Armadas, quedan muchas dudas, incoherencias y respuestas poco claras y ante las que los chilenos merecemos una explicación cabal.

Primero y lo más básico. Por qué las empresas forestales manejan información de satélites o drones (no quedó muy claro) sobre lo que pasa en la zona y al parecer nuestras policías y FF.AA. no utilizan estos instrumentos para realizar su función. En los tiempos actuales, no utilizar este tipo de tecnología parece simplemente una tremenda falta de profesionalismo. Nadie ha dicho nada al respecto.

Segundo, parece evidente que los acuerdos tomados en la reunión de coordinación del jueves concluyeron con declaraciones pobres de parte del Gobierno y de las instituciones uniformadas. Que aún quedan temas por investigar, que no sabemos quién recibió la información, que aún no hay total claridad. Todas respuestas inverosímiles y los periodistas que en algunos temas son muy "agujas" aquí sorprendieron por su ternura e inocencia. Como se dice en las propias Fuerzas Armadas: "Las explicaciones agravaron la falta".

Tercero, parece evidente que los terroristas (porque han generado terror en la población) y los delincuentes son los que ponen la música y las instancias del orden bailan a su ritmo. No se ve que tengan capacidad de anticiparse. Solo actúan frente a hechos. Si eso está determinado por los principios de justicia, me parece que definitivamente esta no da el ancho y hay que urgentemente modificar. Lamento que la Corte Suprema, que debiera no solo administrar sino también gestionar la justicia; no haya planteado de ser necesaria, las modificaciones urgentes a las leyes.

Si a lo anterior agregamos el frente de las bandas delictuales nacionales y las internacionales que penetran en Chile como Jalisco Nueva Generación, Cartel de Sinaloa y el Tren de Aragua, estamos en medio de una crisis de proporciones que requiere un gran acuerdo nacional, en todos los ámbitos, para hacer los cambios y ajustes que nos permitan vivir en una paz social real. La misma que pasa por un trabajo más serio de inteligencia en todas sus formas y muy especialmente de una institucionalidad más sólida y eficiente que permita destruir a terroristas y bandas delictuales desde sus raíces.

Es cierto hay que terminar con esa conducta adolescente de cuestionar a vox populi a las instituciones de orden y seguridad por los errores cometidos y su ayer refundación y hoy reforma. Los cambios se hacen, no se anuncian de tal manera de debilitar su autoridad. Nadie ha señalado que no requieran profundas transformaciones, pero de eso no se hace un escarnio o un juicio en la plaza pública cuando sabemos que se nos volverá al final contra nosotros mismos. Ese es el lamentable saldo de esta insensata conducta y el Gobierno ahora ha tenido que pagar la cuenta.

Seamos claros, nada se resolverá de fondo si no somos capaces de construir una sociedad más justa, más digna, más solidaria, porque es el único remedio que puede abordar estos problemas desde sus raíces. Como he repetido y seguiré repitiendo muchas veces, sin fraternidad, no hay una real libertad ni una gran igualdad.

Esta es la tarea que tenemos toda la sociedad y no la podemos eludir. En los próximos días tendremos que votar la propuesta de nueva Constitución y sin duda este dilema debiera ser el centro de nuestra decisión. Justicia social y orden público van de la mano y ambos necesitan también de Inteligencia para lograr una efectiva paz social.

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