No sólo los estudiantes

Ismael Llona
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Si Michelle Bachelet, esta vez, hubiese nombrado su primer gabinete con Pérez Yoma en Interior, Velasco en Hacienda, Brunner en Educación y hasta Francisco Vidal en la Secretaría General de Gobierno, y después hubiere nombrado a Gutenberg Martínez como embajador en La Habana y al diputado Tarud como embajador en Ginebra, todos habríamos dicho que la Presidenta electa no escuchó el mensaje y el mandato que los ciudadanos le entregaron.

El argumento de que se trataba de gente capacitada, de conocido aporte a la democracia, de excelencia, de probada militancia en la Concertación y de identificación con sus partidos, habría sido considerado una falacia.

Si estos destacados concertacionistas hubiesen sido nombrados en 1990, en el primer gobierno de la Concertación, habrían sido bienvenidos. Incluso si hubiesen sido nombrados en 1994 y hasta en el 2000.

¿Por qué no hoy?

Porque, como ha dicho la propia Presidenta electa, “el país cambió”.

Y, más, el país cambió tanto que hizo arrasar en primarias a quien personificó ese cambio –ella misma-y en la segunda vuelta ella, con un programa de cambio radical, se impuso con el más alto porcentaje de la historia de Chile: 62,7 por ciento.

Nunca el país mostró un mandato tan claro y tan mayoritario para llevar adelante un programa.

En las primarias de la Nueva Mayoría no ganaron los que consideraban errada “la gratuidad de la educación”. Perdieron. Perdió Velasco, perdió Orrego. Perdió Brunner, perdió Gutenberg Martínez y perdió esta niña que ahora fue nombrada subsecretaria de Educación.

No sólo los estudiantes, los dirigentes estudiantiles, no sólo Jackson, no sólo Boric, no sólo Camila Vallejos han sido críticos con la designación. La inmensa mayoría de ese 62,7 por ciento está creyendo que no se consideró suficientemente su voto y que hoy parece que es lo mismo – al menos en Educación- haber votado por Bachelet que haberlo hecho por Orrego o por Velasco.

Un falso concepto de democracia han llevado adelante nuestros políticos desde 1990 en adelante: ése de que los elegidos para gobernar deben hacerlo de acuerdo a los no elegidos para gobernar. Que si no se hace así los países no avanzan, chocan en su interior, se estancan y hasta retroceden.

Se afecta así el principio democrático de “la elección”, ese que nos entrega el derecho de decir “quiero esta politica” y no esa otra. Precisamente el derecho de elegir.

Y la historia, por lo demás, es clara: no se abolió la esclavitud porque todos estaban de acuerdo en ello, muy por el contrario.

En Chile muchos se opusieron al estado laico, a la ciudadanía amplia, a la Reforma Agraria y a la sindicalización campesina, a la ley de la silla, a las 8 horas, a la cédula única, en fin al avance de la democracia y de los derechos de los trabajadores, pero la mayoría de la ciudadanía – no “todos”- las aprobó y las impuso.

Es bastante serio lo ocurrido.

No se trata de que esta niña sepa mucho, sea de excelencia y sea disciplinada ni que haya sido chequeada y sus antecedentes transparentados. Tampoco se trata de que hasta hace poco haya estado casada con un empresario de la educación con fines de lucro, o que lo haya asesorado reiteradamente. Ni que…bla, bla, bla. Eso no importa.

En la Nueva Mayoría hay quienes han lucrado y lucran en la Educación y lo harán por mucho tiempo (porque les parece normal). Lo importante es que ellos no dirijan ministerios mandatados (quiere decir mandados por la gente) a avanzar rápidamente hacia una educación gratuita.

La niña nominada recibió públicamente las felicitaciones de Mariana Aylwin, J.J.Brunner y la senadora Alvear. ¿Por qué ?

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